Las bailarinas lógicas: “Parapsicología”.

 

Emanuel Swedenborg

 

“Parapsicología” (del griego “para“: “junto a…”: ¿Junto a la psicología?).

Se trata de una bailarina lógica creada por Max Dessoir en 1889. Lo hizo en un artículo publicado por la revista Sphinx; y su intención fue dar nombre a una parte de la psicología que no pertenecería ni al ámbito de lo ordinario ni al de lo patológico.  

Psique/Normalidad/Patología. Muchas bailarinas. Mucho hechizo.

¿Es que hay estados psíquicos que no sean ni normales ni patológicos? Y, sobre todo: ¿eso que sea la Parapsicología —y el objeto de su estudio— merecen ser analizados desde la Filosofía?

Creo que sí. La Filosofía deja de serlo si rechaza cualquier hecho (“científico” o no), cualquier sensación, cualquier contenido de conciencia… e incluso cualquier perspectiva que no considere que existe algo así como la “conciencia”. La Filosofía es la mirada absoluta: la absoluta exposición de la mente y del corazón (y de la imaginación) al infinito empírico. La Filosofía, cuando se practica de forma radical, no se reduce a considerar lo útil (útil para un nivel de conciencia), ni en lo que solo ocurre a todos y siempre, ni en lo que ya a priori disponga de hábitat lógico u ontológico en un modelo acreditado de totalidad (o de parcialidad).

Hay una “ciencia” (las comillas las exige la ciencia que no se pone comillas a sí misma) que pretende estudiar fenómenos que parecen no estar sometidos a las leyes de la Naturaleza tal como estas leyes son concebidas actualmente. Uno de los nombres que se le ha dado a esa ciencia es Parapsicología. Hay otro: Ocultismo. ¿Es que hay cosas, realidades, que se ocultan? Quiero decir: ¿cabe considerar que haya regiones de la totalidad que no se muestren siempre, a todos, o que, incluso, su no mostrarse siempre y a todos fuera una exigencia sistémica?

Mi acercamiento estrictamente filosófico a lo “oculto”  — o “parapsicológico” o “paranormal” — se lo debo a Schopenhauer. Llevo muchos años estudiando el lugar de la magia en su metafísica. En este tiempo he tenido el privilegio de leer trabajos extraordinarios. Uno de esos trabajos es este:

Andrea Kropf: Philosophie und Parapsychologie -Zur Rezeptionsgeschichte parapsychologischer Phänomene am Beispiel Kants, Schopenahuers und C. G. Jungs- [Filosofía y Parapsicología -Sobre la historia de la recepción de los fenómenos paranormales en los casos de Kant, Schopenhauer y C. G. Jung-], Lit Verlag, Hamburgo 1999. No hay edición española (que yo sepa). Se trata de una tesis doctoral leída en Basilea que propone preciosos desafíos a nuestra inteligencia filosófica.

¿Hay algo libre de verdad en ese Todo que se nos muestra, que nos constituye, que nos envuelve? El tema de la libertad es crucial para considerar la legitimidad de las ciencias de lo oculto… si es que por oculto entendemos aquello que se muestra, que se des-oculta, de pronto, saltándose todas -todas- las leyes de lo real.  Un análisis filosófico de la legitimidad de la parapsicología como ciencia exige afrontar esta pregunta descomunal: ¿Hay algo libre y creativo; o todo está sometido a leyes (más o menos cognoscibles por eso que sea el ser humano)?

Antes de exponer mis propias reflexiones, creo oportuno señalar las siguientes vías de investigación:

1.- Historia del ocultismo como ciencia. Agrippa von Nettesheim. Mesmer. Swedenborg. Kant. Schopenhauer. Blavatsky. El espiritismo (Andrew Jackson Davis). La parapsicología en las universidades.

2.- ¿Qué se entiende por fenómeno paranormal? Percepciones extrasensoriales, visiones, psicokinesis, materialización de personas fallecidas, sueños premonitorios, telepatía… Pero, ¿es que hay algún fenómeno normal, en el sentido de sometido a normas eternas e inmutables (o a leyes que mutan en virtud de leyes que rigen esa mutación)?

3.-. Walter von Loucadou: “Es evidente que cada éxito de la parapsicología como ciencia natural convierte a la parapsicología en algo superfluo”. La paradoja de que la parapsicología pretenda ser ciencia (explicitación de leyes fijas en modelos lógico-humanistas) y, a la vez, se enfrente a lo que no respeta leyes (ocultas o no).

4.- La parapsicología y la posibilidad de realizar experimentos en sentido galileano.

5.- Posibles relaciones entre la Filosofía y la parapsicología desde la perspectiva de Andrea Kropf.

6.- La causalidad. ¿Todo ocurre por una causa inmediata? ¿Estamos inmersos en cadenas causales desplegadas —diacrónica o sincrónicamente— en eso que sean el espacio y el tiempo? La parapsicología como ocasión para imaginar nuevos modelos de causalidad. O modelos sin causalidad. Despertemos del sueño dogmático con Hume: la causalidad no es experimentable.

7.- El caso de la James Randi Educational Fundation (www.randi.org): un millón de dólares a quien pueda desmostrar algún fenómeno paranormal. Solo existe, o ha existido, lo que pueda demostrar el método científico galileano/newtomiano. Pero, ¿hay algo que haya demostrado el “método científico”? 

Expongo ahora algunas ideas mías, provisionalísimas:

1.- El millón de dólares que ofrece la fundación de James Randi no podría ser entregada a ningún científico. Esta reflexión es una consecuencia necesaria (una seriedad necesaria) que me asalta tras la lectura de las obras de este vector de inteligencias: Hume-Popper-Lakatos-Feyerabend. El escepticismo de esa bienintencionada asociación de heresiólogos que ha creado James Randi debería aplicarse a sus propios dogmas. De esta forma, ni a ellos mismos se les podría hacer entrega del millón de dólares en el momento en que acreditan, científicamente,  la falsedad de un fenómeno paranormal. No dispone la ciencia de hipótesis indubitables —sacras/incuestionables— que sirvan para falsar a otras. Ni siquiera el “método científico” puede validarse a sí mismo. El hecho de que un suceso se repita muchas veces no implica, ni siquiera lógicamente, que vaya a hacerlo siempre. Y la ley que parecería explicar esa repetición está sometida siempre a esa tensión óntica. Puede no ser ley en cualquier momento. El que algo quede demostrado no implica que sea “real”; o, mejor expresado quizás: el hecho de que una sucesión de fenómenos parezca expresar que una ley les obliga a hacerlo nunca permitirá sostener la existencia real de esa ley. Y el hecho de que un fenómeno no se repita más, o que no responda a teoría alguna, o que solo sea percibido por una persona en un estado alterado de conciencia, no implica que no haya existido.

2.- En cualquier caso, si lo que hay está sometido a leyes férreas (sean o no accesibles al intelecto humano) es irrelevante debatir si a alguien se le aparecieron o no personas fallecidas, o si fue capaz de visualizar un hecho futuro, o si leyó un pensamiento o un sentimiento acaecido a miles de kilómetros de distancia. Esas experiencias, según los que las niegan, serían patológicas o, peor aún, falsas: engaños. Timos. La palabra psicología ya indicaría desde dónde se quisieron estudiar los fenómenos no “normales”: la psique, o la “subjetividad” para quien necesite abandonar el psicologismo de la Metafísica clásica (recordemos a Kant). Los fenómenos paranormales serían, como mucho, algo que ocurre en una psique. En un cerebro… pura materia. Pero resulta que no hay ningún científico que sepa qué es la materia. Y si alguien dice que lo sabe está cometiendo un fraude… o está hechizado por un sueño dogmático… o ha dejado de estudiar hace muchos años.

3. ¿Es simplemente falso que alguien haya sabido lo que pensaba y sentía otra persona situada a miles de kilómetros de distancia? ¿Es un embuste o una alucinación que alguien haya visto lo que iba ocurrir en el futuro; o que haya sido visitado por personas fallecidas? ¿Es esto serio, más allá de que haya que ocuparse de las patologías mentales y de los embaucadores?

4.- Las evidencias. La parapsicología es considerada pseudociencia porque no se basa en hechos evidentes ni aporta teorías comprobables… ni engarzables en el conjunto de teorías que hoy vertebran el conocimiento humano (al menos, el conocimiento humano oficial, estatal). Pero me temo que no hay evidencias de nada, sino “videncias” que en algunos casos se pueden compartir con el estado de conciencia en el que participa la tribu. Y en otros no.

5.- Creo que cabe empatizar con inmensidades ocultas no accesibles al método científico. Creo que no debemos descartar incluso un modelo hiperteísta (hiper-poli-teísta) como el que, según la narración ortodoxa de la historia de la Filosofía, habría sido superado, infantilizado, por los que primero filosofaron: por los que empezaron a usar eso de la “razón” (esa diosa imponente, psico-antropomórfica, que lo quiere todo para ella). “Todo está lleno de dioses”, dijo Aristóteles que había dicho Tales de Mileto. ¿Descartamos esa hipótesis? ¿Y si esas diosas omnipotentes que los cientístas llaman “leyes naturales” tuvieran conciencia, vida, emociones…? ¿Podemos descartar que lo que nos pasa, lo que en este mismo momento nos está pasando, fuera fruto de la acción de dioses invisibles?

6.- Si todo -todo-, incluidos los procesos cerebrales, puede ser reducido a una materia que hace solo lo que puede hacer, tanto las alucinaciones como las mentiras serían efecto necesario de una causa (químico-física finalmente: ineludible en cualquier caso). Así, la aparición de gente fallecida en el dormitorio de un ser humano ocurriría con la misma necesidad causal que la evaporación del agua sometida a calor.

7.- El debate importante es si cabe practicar una ciencia de lo no legaliforme: de lo espontáneo, de lo que ocurre sin permiso de leyes. Y más aun: si permitimos que algo haya ocurrido, que sea real, serio, aunque ese ocurrir no pueda ser repetido (provocado por un experimento); o no pueda ser percibido siempre por quien lo percibió… o nunca por el estado de conciencia que, en un momento determinado, comparta una tribu humana. O no humana.

8.- Creo que es crucial diferenciar entre fenómenos inexplicados y fenómenos inexplicables. La ciencia, tal como parece sobrevivir en el paradigma actual, asume la posibilidad de explicación de todo lo que ocurre, convencida, desde su fe, desde su sólida metafísica legaliforme, que todo ocurre por una causa inteligible. Aunque esa inteligibilidad no se llegue a actualizar nunca. Aquí creo que estaría Popper.

9.- Desde mi tratamiento de los conceptos de cosmos, libertad y magia cabría sugerir que lo que se presenta ante una conciencia (eso del “mundo”) tiene una textura mágica, creativa, libre, no legaliforme. No esun todo dinámico de piezas, o energías, muertas y sometidas a leyes muertas. Desde esta perspectiva, cabe sostener que todo lo que ocurre tiene una sola causa: magia libre, inimaginable omnipotencia imaginativa. ¿De quién/qué? ¿Dios? ¿Dioses? ¿Fuerzas innombrables? ¿El abismo creativo de mi yo esencial?

10.- Es irrelevante desde el punto de vista metafísico si hay o no otro mundo donde “habitan” nuestros seres queridos (ya me ocupé de este tema en “Muerte”).  Lo decisivo es si asumimos o no la posibilidad de que estemos en algo, o de que seamos algo, capaz de hacer lo que quiera, siempre, en cualquier rincón de sus mundos infinitos. Lo decisivo es si somos capaces de digerir el concepto de “Cracia”, tal y como lo usó Simone Weil. Eso que atraviesa la legaliformidad de cualquier cosmos: la omnipotencia y omnicreatividad que lo penetra todo.

11.- Insisto: tengo la sensación de que toda ciencia se ocupa siempre de lo paranormal, toda vez que no creo que haya ley alguna que someta/esclavice/deje sin vida lo que se nos presenta en la conciencia. Podríamos decir incluso que todo momento de aparente paz y lucidez en los modelos de la física teórica son espejismos (deliciosos, muy útiles para satisfacer necesidades que surgen de determinados niveles de conciencia).

12.- El desafío está en soportar intelectualmente —y místicamente— algo tan prodigioso como la omnipotencia y la omni-libertad. De algo. De lo que sea. Es igual. Si se consigue sujetar esta maravillosa burrada en nuestra conciencia filosófica todo es posible. Yo creo que vivimos en un mundo donde todo es posible.

¿He experimentado yo fenómenos como la telepatía, la visión de hechos futuros, los sueños premonitorios o la presencia de seres ya fallecidos?

Sí. Pero no lo puedo demostrar a través del “método científico”. Me quedo sin el millón de dólares. Pero no voy a aplicarme la autocensura paradigmática. Ya sugerí con ocasión de “Muerte” algo que podría ser denominado “hiper-empirismo”.

Aprovecho estas últimas líneas para proponer una ética que quizás podría denominarse “metafísica” (por dirigirse a lo que no es de este mundo, tal y como este mundo -este cosmos- se construye en la conciencia que ahora supongo que compartimos). Mi propuesta es que  hay que respetar a los fantasmas, amarlos (aunque sean ‘solo’ fantasmas/fantasías de nuestra mente), e incluso rogarles, si fuera necesario, que se salgan de la habitación (¿de la mente? Es igual). Y hacerlo siempre con cariño, siempre con respeto. Supongo que algo me debe de haber influido el concepto de piedad tal y como lo trató María Zambrano en El hombre y lo divino: compasión con lo infrahumano, con lo que no tiene del todo realidad, con lo que la metafísica cientista clásica expulsa de su selecto club de lo real.

Respeto. Siempre. Porque estamos en algo prodigioso. Sagrado.

Y libre.

David López

 

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5 comentarios en “Las bailarinas lógicas: “Parapsicología”.

  1. chud

    David, me gustó la conferencia de parapsicologia, pero en ella nombras a Blabasky en relación al ocultismo y me extrañó que no mencionaras las escuelas hermeticas, que son las verdaderas transmisoras de la filosofía oculta, .Las escuelas iniciaticas , antes y ahora son las guardianas del ocultismo, y sé que en tus charlas , somos unos cuantos los que pertenecemos a ellas, por lo tanto sabemos bastante de magia, pero hay un juramento de secretismo que nos impide contar ciertas cosas, aunque hoy en dia hay libros maravillosos sobre filosofia oculta, algunos secretos , solo son para los verdaderos iniciados. Un saludo y felicidades.

  2. admin Autor

    Hola Chud:

    Gracias por tus generosas palabras. Y por tu interés en las mías.
    Sobre el hermetismo he hablado en varias conferencias, apoyándome sobre todo en los estudios de Brian P. Copenhaver. Es cierto que en esa galaxia tan heterogénea de textos hay una parte “mágica” (práctica) que no debe ser eludida, aunque la filosófica (la puramente teórica) sea la que más prestigio tiene en el paradigma actual.
    En mi conferencia del pasado lunes no hablé del hermetismo porque quería concentrar nuestro foco intelectual en la “Parapsicología” en sentido estricto: ese intento de vislumbrar lo “oculto” (deliberadamente oculto) desde ese “método científico” que tanta euforia generó en el siglo XIX. El hermetismo ofrece revelaciones, pero no creo que busque la legitimación cientista (digamos galileana-newtoniana), como sí creo que lo hacen los parapsicólogos.

    En cualquier caso, insisto en agradecer tus palabras; y también agradezco tu evocador secretismo.

    Un abrazo,

    David

  3. chud

    la verdad que lo de los iniciados ha quedado un poco raro, pero lo digo desde mi humilde opinión, queriendo expresar que la magia que encierran las escuelas iniciaticas, está oculta y ha sido así a través del tiempo, aunque ahora hay muchisimos libros sobre el tema, te doy las gracias otra vez porque con tus clases, como les llamamos , de los lunes, nos has abierto una puerta a un ideal de vida que poca gente cumple, porque no solo es la palabra, sino tambien los hechos. Y el saber de alguien que vive consecuentemente con lo que dice es importante. Se nota en tu forma de decir las cosas que intentas siempre ser honesto, con la palabra y el ejemplo, ya he empezado a leer algo sobre Copenhaver, parece interesante , un abrazo y ojala que siempre haya lunes de ventanas abiertas a la verdad y la poesia.

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