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Curso online: Filosofía de la política (Un viaje filosófico por la historia de la Humanidad)

 

 

¿Quieres hacer conmigo un gigantesco viaje filosófico?

Es muy probable que la crisis provocada por el coronavirus ponga nombre a un nuevo capítulo de la historia de la Humanidad. Está todavía por ver cuál será la esencia, la textura fundamental, de ese nuevo capítulo, de esa nueva era.

Hoy, ahora mismo, muchos ciudadanos del mundo están asomados, con mirada filosófica, a sus ventanas (a las ventanas de sus casas y a las ventanas de sus dispositivos). Parecería que nos hemos puesto de verdad serios, graves, ante un futuro tan inquietante como fascinante. Hoy quizás sea el momento de plantearnos qué es exactamente eso de “Política”: ¿Cuál es la esencia, el motor crucial, de esos huracanes de ideas, de instituciones, de sueños y de demonologías recíprocas? ¿Cuál el sueño esencial, e irrenunciable, de la Humanidad? ¿Y qué es lo sagrado, lo intocable, de cada ser humano individual?

Este curso es un gigantesco viaje, un vuelo, y también un buceo ilimitado, a través de milenios, civilizaciones y mentes prodigiosas:

30 conferencias. 30 semanas. Todos los martes desde el 8 de septiembre de 2020 hasta el 6 de abril de 2021 (excepto el martes 5 de enero). A las 19:00 horas (Europe/Madrid). A través de la plataforma Zoom.

El objetivo, aparte del inmenso placer de volar y de bucear, es contemplar bajo la luz descomunal de la Filosofía las distintas ideas políticas y sus creadores, así como los sistemas en los que dichas ideas se han encarnado. O no.

Empezaremos por la China antigua, pasaremos por la India védica, por las antiguas Grecia y Roma y, casi tres mil años después, llegaremos hasta el momento presente. Bueno, mejor dicho: llegaremos a lo que dentro de ocho meses sea el momento presente.

“Bibliografía a la carta”. Esto significa que cada alumno me tendrá a su entera disposición (gratuitamente) para aconsejarle sobre textos que pudieran ser de su especial interés. Así podrá  realizar, por así decirlo, un viaje personal, único, dentro del que ofrece este curso.

Importe de la inscripción para el curso entero: 125 euros. En esta cantidad está incluida la posibilidad de participar activamente (vía chat) en las 30 conferencias, el acceso en diferido a aquellas a las que no haya podido asistir y, como he indicado anteriormente, mi atención personal (vía correo electrónico) para la “bibliografía a la carta”.

Es un honor para mí iniciar con vosotros esta nueva gran expedición a lo más profundo del misterio de eso que llamamos “Política”. Hay en los milenios de nuestra Historia tesoros de ideas y de sentimientos todavía no utilizados. O no lo suficientemente. Y necesitamos esos tesoros para construir nuestro futuro.

[La inscripción se puede realizar desde este enlace]

 

PROGRAMA

1.- Introducción. ¿Qué es la Política? ¿Cuáles son sus presupuestos metafísicos, físicos y antropológicos? El tema de la libertad. El tema del progreso. Sociedad versus individualidad. Libertad versus orden. Creatividad versus tradición.

2.- El confucianismo y el taoísmo en la China antigua. Estado versus Naturaleza. Orden social/orden cósmico.

3.- La regulación de la posibilidad anti-sistema en la India antigua: los renunciantes. 

4.- Los sofistas en la Grecia antigua. Escepticismo y nihilismo políticos versus esperanza en las reflexiones sobre política.

5.- Platón: Critón. La sacralización de las leyes. Libertad versus legalidad.

6.- Platón: República. ¿Cuál es el mejor sistema político?

7.- Aristóteles: Política. La facticidad de la esclavitud humana. 

8.- Cicerón. Inteligencia política en la Roma antigua. ¿Hay un Derecho natural -unas leyes eternamente  justas- que el ser humano puede descubrir en su conciencia si su intelecto es potenciado mediante la educación? 

9.- Agustín de Hipona: La ciudad de Dios. La fe en la llegada de un sistema político perfecto, sagrado, final. 

10.- Averroes. Exposición de la República de Platón. Brillantez política y metafísica desde el islam. 

11.- Kant: La paz perpetua. El misterio de la política contemplado desde las alturas de la filosofía kantiana. 

12.– Hegel: Lecciones de Filosofía de la historia universal ¿Cuál -y de qué/quién- es el plan secreto que se despliega en la historia?

13.- John Stuart Mill. La sacralización de la libertad (y de la dignidad) humana. La abolición de la enseñanza estatal. La abolición del Estado. ¿Estamos dispuestos a tanta libertad, a tanta responsabilidad? 

14.- El comunismo. Marx. Un análisis metafísico y soteriológico. 

15.- Nietzsche y su radical teoría de la libertad y la esclavitud. ¿Es posible crear un sistema político donde quepa el “Súper-ser humano” (el Übermensch)?

16.-  La Escuela de Frankfurt. Horkheimer. Cuando el marxismo ama apasionadamente al ser humano individual. [Leer artículo].

17.- Marxismo-leninismo. Nazismo. Fascismo. Una reflexión sobre la violencia. Ideologías contrarias al “No matarás”.

18.- “Sociedad abierta”. Henri Bergson [Leer artículo]. Karl Popper [Leer artículo].

19.- Ortega y Gasset: La rebelión de las masas. El peligro de los seres humanos-masa. La urgente necesidad de seres humanos-nobles. [Leer artículo].

20.- Simone Weil: El arraigo. Preludio a una declaración de deberes hacia el ser humano. [Leer artículo].

21.- Michel Foucault: Vigilar y castigar. Una teoría reticular sobre el poder. [Leer artículo].

22.- Lyotard [Leer artículo] versus Habermas [Leer artículo]. La condición postmoderna/Teoría de la acción comunicativa.

23.- Noam Chomsky. El socialismo libertario. [Leer artículo].

24.- Fukuyama: El fin de la historia y el último hombre/Nuestro futuro post-humano: Consecuencias de la revolución biotecnológica. [Leer artículo].

25.E. O. Wilson: La conquista social de la Tierra. Un gran sabio sobre el universo de las hormigas proponiendo ideas para la política humana. [Leer artículo].

26.- Martha Nussbaum. Political emotions: Por qué el amor es importante para la justicia. [Leer artículo].

27.- Yuval Noah Harari. Homo Deus: Breve historia del mañana.    

28.- Steven Pinker: En defensa de la Ilustración: Por la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso. El “nuevo libro favorito” de Bill Gates.

29.- Repercusiones políticas de la crisis del corona virus.

30.- Reflexiones finales. Vislumbres de la esencia y del futuro de la política. Un propuesta personal.

[La inscripción se puede realizar también desde este enlace]

 

 

 

The logical ballerinas: “Religion”

 

In the photograph you can see the Hoggar mountain range (Algeria). Many years ago I went there on my motorcycle. And suddenly, one afternoon, while the sky was slowly being filled with silent white fires, I felt something extraordinary: everything around me (sky, mountains, rocks, desert, wind) was transformed into ‘someone’: ‘Someone’ with a superhuman and truly unbearable beauty -almost lethal- that was looking at me, and lets say loving me.  The whole cosmos became presence… I say ‘someone’ because I felt that ‘that’ was aware of himself. And aware of me too.

I felt something similar again two years later in Lyon (France), just walking, alone, prosaically, around the airport. Once again, suddenly, everything was ‘someone’. A presence exploded into my consciousness, an unbearable presence that, now, I can only qualify as sacred. Why sacred? Because it emanated omnipotence, feeling, closeness, attention, magic, sublimity… and love.

Now, almost thirty years later, and I do not know how many dozens of books read since then, I think I can say that those two phenomena were religious. And they were so because I felt a bond, a religation, with something great, infinitely bigger and more beautiful than me and than any imaginable thing.

By the way: That ‘thing’ told me nothing. It just was there, sublimating the whole reality, and my whole existence.

“Religion”. Another logical ballerina. Lets see how does she dance.

There are two etymological interpretations of the word “religion”. The first is based on the Latin verb religare: to tie, to bind, to link.

Link with what? Do those links really happen? Why? Can they be artificially propitiated? Can they be socially institutionalized, regulated, theorized?

The second etymological interpretation comes from the Latin word religiosus, synonymous with “religens”, which would be the opposite of “negligens”. José Ferrater Mora says in his beautiful  Dictionary of Philosophy that in this second interpretation “being religious is equivalent to being scrupulous, that is, scrupulous in the fulfillment of the duties that are imposed on the citizen in the cult of the gods of the State-City.”

I suggest the following readings in order to approach the logical ballerina “Religion”. Just three powerful books:

1.- Kierkegaard: Fear and Trembling. Here we find the radical recommendation of jumping into the lethal, inhuman abyss of God. Religion as a lethal, annihilating link.

2.- William James [See here still in Spanish]: The Varieties of Religious Experience: A Study in Human Nature. This is a classic study on the radical human experience of God´s presence, of God´s sudden apparition. 

3.- Michel Hulin [See here still in Spanish]: La mystique sauvage, PUF, Paris 1993. This is a work that deserves to be read. It studies the non-civilizational, radically private and free religious experience. It should be translated into English. Any volunteer? 

And I share some philosophical reflections now, caused in my mind by the logical ballerina “Religion”:

1.- Considering a cosmos not as the totality of the existent things but as the totality of things (lets say values, relationships, structures, models of life and death and after death, possibilities) we have been told that are real (in summary, considering a cosmos as a story, as a legend we take as real and in which we believe we exist), I see too kinds of religious links: intra-cosmic and extra-cosmic: free thinking versus enslaved thinking, free love versus robotized, narrowed, civilizationally focused love.  The intra-cosmic religions might foster an auto-confinement in a dogma, in a logical/civilizational product: that link offers certainty and successfully harmonizes individual lives within human societies. It can also become a way of making money. This religiosity can be very useful, and even also healthy, but only if it is not assumed too seriously: it can easily degenerate into fanaticism (stupidity, hatred). It truly provides certainty and can even help to channel superavits of fear and envy and frustration, but it always presuppose blindness, and smallness. The extra-cosmic religious link, though, might connect us with the abyss, with the infinity, with something that expands our eyes and hearts, that pushes us to love more, to study more, to question more, to create more too. Surprisingly, we can also find this kind of open religiosity in the most powerful religions of our civilization. For instance, in Christianity we find a philosopher like Gianni Vattimo [See here still in Spanish], the creator of the “weak thought”, who affirms that to be a real Christian implies to be “a bad Cristian”. In Islam we find Ibn Arabi, Rumi, Averroes, Avicena… In Hinduism we have the Upanishads, which point out the absurdity of the sacred texts in which they are included (the Vedas) and also of any rite or ceremony. In Marxism we find Horkheimer [See here still in Spanish]. In Judaism we have the jewel of Levinas [See here still in Spanish]. Within the religion of Science we can find a man like Stephen Hawking [See here still in Spanish] thinking that, when we try to understand the origen of the universe, the ideas of Saint Augustine of Hippo have the same epistemological value as the ones of the Big Bang theory. We find this shocking ‘confession’ in his book The grand design (Bantam Books, New York 2010), written together with Leonard Modlinov:

“Model-dependent realism can provide a framework to discuss questions such as: If the world was created a finite time ago, what happened before that? An early Christian philosopher, St.Augustine (354–430), said that the answer was not that God was preparing hell for people who ask such questions, but that time was a property of the world that God created and that time did not exist before the creation, which he believed had occurred not that long ago. That is one possible model, which is favored by those who maintain that the account given in Genesis is literally true even though the world contains fossil and other evidence that makes it look much older. (Were they put there to fool us?) One can also have a different model, in which time continues back 13.7 billion years to the big bang. The model that explains the most about our present observations, including the historical and geological evidence, is the best representation we have of the past. The second model can explain the fossil and radioactive records and the fact that we receive light from galaxies millions of light-years from us, and so this model—the big bang theory—is more useful than the first. Still, neither model can be said to be more real than the other”.

2.- We could also speak of purely logical religious-links versus pure silent religious-links: religiosities derived from the spells of the goddess Vak. Here would be theism, atheism, etc. Just wars of names (or wars of Gods): “Nature”, “Life”, “Universe”, “Knowledge”, “Science”, “Human rights and dignity”, etc. All of them require the installation and updating of symbolic constructs: books, sermons, indoctrinations.

3.- The religious bond, if fully successful, triggers an irruption of energy: it is as if the ‘connected human being’, suddenly, received an energy that was not available to him until ‘the connection’. There are various energizing cosmos, various energizing religions essentially incompatible with each other in many cases. How is that possible? Perhaps it could be argued that certainty, and the end of doubts and fears, and also the feeling of being part of a closed and protected community, might give strength and peace, which altogether might trigger exceptional flows of energy inside human body and mind and whatever. Are energy and peace and certainty the ultimate goals of human existence? 

4.- Philosophy, when you try to practice it seriously, must be radically empiricist: we should not be tempted to eliminate facts or sensations even though they do not fit into some of the paradigms that struggle to be the home of the whole in the whole of our mind. The religious feeling is something very serious. Very big. Too big maybe. Philosophy can nor ignore it.

5.- We also should be able to accept the possibility of the existence of a very serious, very close and loving bond with some minor god, as Salvador Paniker seems to yearn in that refreshing work that is entitled Asimetrías (Debate, Barcelona 2008). I made a book review that can be read [here].

6.- If we, with Schopenhauer [See here in German], endure the thought -and the feeling- that we are the secret directors of the theatre play of our lives, it must be possible to affirm that the religious bond would be something like a communication, a vibrating cable, set between our creative self – natura naturans, the Great Wizard-  and our created self (natura naturata).

7.- We should consider the existence of  a prodigious dreamer who, conscious and omnipotent inside his dream, inside his created dream, could love an individual person, a concrete picture, dreamed-drawn by him. Dreamed-drawn so prodigiously that the picture could also love back its dreamer, its draftsman; even if that “picture”, that creation, could not see his creator, not even successfully think or speak about him. 

Inside the created world it might only be possible to feel him (I mean the Dreamer/Draftsman), and even to feel his feelings, occasionally, like I maybe did almost thirty years ago, in the mountains of Algeria.

David López

This Philosophy blog does not have advertising or institutional support. And I don’t have the financial resources to sustain it and to develop it. However, I do have an enormous amount of ideas and philosophical projects still to be developed and communicated. For all these reasons, if you believe that the work I am offering here has value, please consider making a donation (through the “Donate” button). Your help can be decisive for the survival of this project. I give you my word.

Filósofos míticos del mítico siglo XX: Marcuse

 

 

Marcuse (1898-1979).

Creo que su obra Eros y civilización (1953) puede ser relacionada con las metafísicas de Platón y de Schopenhauer. Marcuse, desde los modelos de Marx y de Freud, propuso la creación de una cultura, de una civilización, capaz de sublimar, no reprimir, el Eros: esa pulsión fundamental del “ello” que, según Freud, estaría reprimida por el “super-yo” (la civilización represiva que el individuo humano tiene instalada dentro de su psique gracias a la fuerza de la educación, del terror, etc). Así, cabría afirmar que Marcuse propuso una titánica labor, digamos informática, de programación, de ingeniería psico-social: crear, desde la sociedad, un “super-yo” que permitiera la sublimación del “ello” humano. O, al menos, eliminar todo obstáculo a esa sublimación.

A Marcuse, al menos en Eros y civilización, parece estar convencido de que las sociedades “desarrolladas” sufren un “desorden general”, el cual sería reflejo del desorden individual propiciado por la -social- represión de la pulsión erótica. Y parece asimismo convencido de que la salvación estaría en liberar el Eros, hasta el punto de dejarle traspasar su objeto inmediato (digamos la genitalidad, la sexualidad más “animal”, fría, inconsciente, limitada) hasta llegar a todos los vínculos humanos, a todas las actividades e instituciones humanas.

¿Qué es el Eros?  Deseo, vínculo, arrastre hacia lo deseado… Búsqueda del placer. Busqueda del cielo. Vuelo hacia el cielo. ¿Cabe encontrar más placer en el deseo que en su satisfacción? Creo que sí. De ahí el éxito de los mercados, capaces de venderlo todo, incluida la posibilidad de su propia aniquilación.

Platón. Siempre sorprende la lectura, y la relectura, del discurso de Diotima que aparece en Banquete. El impulso erótico, el ser atraído por lo bello, si es seguido, y si se es capaz de no concentrarlo en un solo ser (como por ejemplo la persona a la que en este momento deseamos) nos elevaría, según Diotima-Platón, hasta la belleza en sí. De alguna forma el erotismo sería un camino de salvación, de elevación, si es seguido (gozado/sufrido) hasta sus últimas consecuencias. Rilke no tendría entonces razón cuando afirmó que la belleza era el comienzo de la tragedia. Desde el Platón de Diotima se podría decir que la belleza, y su erótico poder de arrastre, nos elevarían hasta la condición de dioses (entendidos como los que ya tienen la posesión de la belleza, los que no tienen que buscarla, los que ya disfrutan de la absoluta felicidad, de la plenitud). Diotima-Platón, no obstante, apuntan a una búsqueda de la belleza que transcendería -sin rechazarla, sin ignorarla- la bella forma de los cuerpos, de la carne,  y se adentraría eróticamente en la belleza del alma virtuosa hasta llegar a lo bello en sí. La idea de la Belleza.

¿No será que, en esa ascensión, se llegaría a ver que la belleza en sí es, precisamente, lo que se presenta ubícuamente, si se mira desde la belleza?

Schopenhauer, que leyó con intensidad y lucidez a Platón, ofreció una Física y una Metafísica donde el erotismo es radical. Todo se habría creado, y se estaría moviendo, por puro deseo (“El mundo es mi voluntad” leemos en los primeros párrafos de su obra capital). El erotismo genital en ese mundo schopenhaueriano sería una manifestación (y casi una “epifanía”) del descomunal erotismo metafísico que estaría en el fondo de toda realidad visible. Incluso el pensar, el intelecto, sería para Schopenhauer fruto, marioneta mejor dicho, del impulso erótico. Él llamo a ese impulso “voluntad” (Wille).

Marcuse fue un teórico, un analista, de eso que se ha llamado post-capitalismo. Desde su credo marxista (y desde su judaísmo) presupuso que estamos en una sociedad esclavizante, represiva, capitalista, sí, pero ya carente de proletariado. El proletariado… Esa masa humana inventada por Marx en su juventud, pensada como sufriente en virtud de la explotación y la pobreza, habría alcanzado un bienestar jamás soñado por Marx y, por lo tanto, habría perdido toda capacidad de generar energía revolucionaria. Marcuse pensó que la solución del capitalismo -alienante, represivo- estaría en ponerlo al servicio de fines que transcendieran las necesidades materiales: aumentos de la producción, crecimiento económico, etc., sí, pero dirigidos a sublimar el impuso erótico. En definitiva, creo yo: a aumentar la belleza, la sensación de belleza (no otra cosa es la belleza que un estado de conciencia).

O, quizás, sueña Marcuse con una sociedad que permitiera a los individuos crear belleza, soñarla, compartirla, tocarla con los dedos, sentirla en la piel, del cuerpo y del alma…

Algo sobre su vida

1898 (Berlín)-1979 (Stramberg).

Judío. Fue soldado en la primera guerra mundial. Estudió en Friburgo con Heidegger. Más tarde reconoció que este filósofo filonazi le había enseñado a leer textos.

1933. La victoria electoral y social de los nazis le obliga a huir de Alemania. Se refugia en Suiza y después en USA. En 1940 obtiene la ciudadanía americana. Trabaja para la US Office of Strategic Services (el embrión de la CIA). Realiza trabajos de análisis sobre la situación alemana.

Miembro destacado de la exiliada Escuela de Frankfurt. Amigo y admirador de Horkheimer.

Profesa en las universidades de Columbia, Harvard, Brandeis y California.

En los años sesenta -con setenta años- se convierte algo así como en el padre espiritual de las revueltas sociales (mayo 68). Marcuse nunca creyó que aquello fuera una revolución, pues, según él, no existía ningún sujeto de dicha presunta revolución.

Muere en Berlin, al parecer atendido por Habermas.

Algunos lugares de su pensamiento

1.- Erotización del yo y de la sociedad entera. En Eros y civilización (1955) Marcuse presupone un desequilibrio social vinculado con el desequilibrio de los individuos: “Por tanto, los problemas psicológicos se convierten en problemas políticos: el desorden privado refleja más directamente que antes el desorden de la totalidad, y la curación del desorden general depende más directamente que antes del desorden individual” (P. 19, Ariel, 2010).  Y la única posibilidad de crear orden estaría, según Marcuse, en la liberación del Eros: “Propongo en este libro la noción de una “”sublimación no represiva””: los impulsos sexuales, sin perder su energía erótica, transcienden su objeto inmediato y erotizan las relaciones normalmente no eróticas y antieróticas entre los individuos y entre ellos y su medio ambiente. En un sentido opuesto, uno puede hablar de una “”desublimación represiva””: liberación de la sexualidad en modos y formas que reducen y debilitan la energía erótica” (P. 17). En esta liberación, en esta hipererotización de lo humano, Marcuse incluye el “placer del pensamiento” (Ibíd.) En la introducción a este post he vinculado el Eros marcusiano con el de Platón y el de Schopenhauer. Quisiera ahora señalar que el concepto de “desublimación represiva” del Eros podría estar teniendo lugar en los estereotipados mercados de la pornografía virtual. El individuo liberaría el Eros genital sin que de ese proceso se derivaba una elevación para él y para su sociedad. De alguna forma el proceso erótico presupone sacralización de lo deseado. Y elevación hacia ello. También implicaría desde Platón y desde Marcuse un camino de salvación, de acceso a la libertad, de superación de lo fáctico. Quizás Marcuse esté proponiendo, simplemente, que todo lo hagamos por enamoramiento, por pasión. Que no otra cosa nos mueva como individuos y como sociedad.

2.- Razón y revolución. Hegel y el surgimiento de la teoría social (1941). Se trata de una obra en la que Marcuse evidencia su amor a Hegel. El epílogo, escrito en 1954 (poco antes de la publicación de Eros y civilización), me parece de un interés excepcional. En la primera página de ese epílogo Marcuse afirma que, a pesar de la derrota del fascismo y del nacionalsocialismo, la “libertad está en retirada, tanto en el dominio del pensamiento como en el de la sociedad”. Habría vuelto la esclavitud, una nueva esclavitud, esta vez, paradójicamente, provocada por la productividad, por el éxito del sistema capitalista. Hegel, por su parte, habría sido capaz de ver en “el poder de la negatividad” (en dar un no a cualquier estructura de la realidad social) el elemento fundamental de la vida del Espíritu: rechazo de lo que hay, pues todo estado de cosas sería una “barrera para el progreso llevado a cabo con libertad”. “La Razón es, por esencia, contradicción, oposición, negación, en tanto que la libertad no se haya hecho real”. Marcuse cree que en ese Occidente de la segunda mitad del siglo XX la negatividad se ha perdido. No habría ya clase revolucionaria porque los trabajadores habrían alcanzado un enorme bienestar material que les habría paralizado como sujeto revolucionario: “la mayoría de las clases trabajadoras quedaron convertidas en parte positiva de la sociedad establecida”. ¿Quién es el malo, quién es el opresor, a quién señalar?, le preguntamos a Marcuse. La respuesta podría estar en este enigmático párrafo (que no recuerda a algunos planteamientos de Horkheimer): “Pero, entonces, el desarrollo de la productividad capitalista detuvo el desarrollo de la conciencia revolucionaria. El progreso técnico multiplicó las necesidades y las satisfacciones, en tanto que su utilización convirtió tanto a las necesidades como a las satisfacciones en represivas: ellas mantienen por sí mismas el sometimiento y la dominación”. Estamos por tanto ante seres meta-humanos que nos estarían esclavizando. La última página del epílogo al que estoy haciendo mención especial contiene una frase que me parece de especial transcendencia: “El precondicionamiento de los individuos, su configuración como objetos de administración, parece ser un fenómeno universal. La idea de una forma diferente de Razón y de libertad, contemplada tanto por el idealismo como por el materialismo dialéctico, se presenta de nuevo como utopía. Pero el triunfo de las fuerzas regresivas y retardatarias no invalida la verdad de esta utopía”. He utilizado la traducción de Francisco Rubio Llorente (Alianza Editorial).

3.- Es muy sugerente la visión del arte que ofrece Marcuse. En esa actividad humana, que implica al creador y al contemplador de la creación, el impulso erótico estaría liberado de la represión social sin que por ello la sociedad estuviera amenazada de destrucción. Podría decirse quizás que, según Marcuse, el Arte permitiría compatibilizar la plenitud del hombre y la subsistencia de las sociedades humanas. Arte libre, tendría que ser. Esto es: vuelos imaginativos, hiper-eróticos, hacia los horizontes infinitos de la Belleza. La Filosofía, a mi juicio, presupone ese erotismo no reprimido ni represivo. Es amor, Eros. Prefiere desear la verdad que poseerla. Prefiere el vuelo que la llegada. Por eso es Filo-Sofía y no Sofía. La Filosofía ama. La Sofía (la sabiduría) es amada. Podría decirse que la sabiduría carece de corazón, de carencia.La satisfacción del Eros tiene algo de mortal, como lo tiene un orgasmo: el cielo y la tierra (lo real y lo deseado) se aniquilan entre sí, mueren de placer, abrazados. “Acaba ya si quieres”, le dijo San Juan de la Cruz a Dios en el poema Llama de amor viva.

4.- El hombre unidimensional (1964). Marcuse en esta obra desarrolla la idea de que las “sociedades industriales avanzadas” estarían ejerciendo un sutil totalitarismo, una represión de la libertad humana, mediante la creación de falsas necesidades y la integración del individuo en el sistema de producción y de consumo. Y ese individuo, según Marcuse, tendría un “universo unidimensional”, sería un “hombre unidimensional” con “encefalograma plano”. Dura acusación, duro desprecio, me parece, muy en la línea del ¡pecadores! que ha caracterizado la tradición sacerdotal. Cree Marcuse, además, que ese conformismo ha impedido la crítica social, ineludible, al parecer, según la metafísica hegeliana-marxista, para que ocurra el advenimiento de “la Libertad” (?)

¿Qué contenido tendría la libertad a la que apunta Marcuse? ¿Poder pensar fuera de los límites de lo permitido, de lo útil, de lo que un sistema opresor necesita que sea pensado para su propia perpetuación? El enemigo se ha vuelto muy complejo. Marcuse cree que el capitalismo triunfa oprimiendo, negando la libertad. La libertad… ese sería el punto final de esa odisea del Espíritu de la que parece hablar Marcuse desde Hegel. ¿Quién/qué se libera? ¿Dios mismo?

¿Cómo sería ese hombre libre en tanto que momento final de la dialéctica del Espíritu? ¿Un dios encarnado en su propia obra? Sartre presupuso ya esa libertad infinita en el hombre: presupuso que estamos condenados a la libertad. Que somos libres, lo cual no es insoportable. Marcuse, por el contrario, está inmerso en una narrativa de la esclavitud. Quizás sea durísimo aceptar que no somos esclavos, sino que nos gusta y nos conviene (por pura economía cerebral) creer que lo somos. Quizás sea más económico proyectar siempre fuera de nosotros, de nuestro reino, las causas de nuestras frustraciones. Y de nuestras posibles plenitudes. Véase la “auto-ayuda”, que, paradójicamente, consiste en hacer lo que otro, en un libro a la venta, nos dice que hagamos.

Marcuse ha hablado también de los individuos convertidos en “objetos de administración”. Privados de libertad. Yo hablaría incluso de una auto-privación de la dignidad, de la divinidad para alcanzar la comodidad, la pequeñez. Sobre esta auto-privación reflexiono en un texto de mi tribuna política que puede leerse [Aquí].

En unos meses publicaré un texto sobre el capitalismo, y lo incorporaré a mis bailarinas lógicas. Por el momento, y con ocasión de las ideas de Marcuse, puedo adelantar que ese sistema (?), si es que no se trata de una fantasía teorética, tiene éxito precisamente porque canaliza productivamente el erotismo: el deseo de tener, de poseer, de tocar, lo que no se tiene. Lo otro. Ahí lo decisivo es el dinero: una sustancia mágica (genésica, letal también)  donde lo cuantitativo equivale a lo cualitativo: una sustancia que es nada pero que ofrece posibilidades dentro de sistema que lo ofrece. Las sociedades siempre han sido capitalistas. Todas ellas han estado integradas por focos emisores de cielos accesibles a cambio de dinero, u otra cosa: cielos materiales, o espirituales. Toda sociedad ha excitado el deseo de lo innecesario, aunque quizás lo más necesario para un ser humano sea desear lo innecesario: la ilusión.

Cabría ver toda sociedad (probablemente todas son y han sido “capitalistas”) como un conglomerado de flautistas de Hammelin, de forma que todos estarían hechizando y siendo hechizados con sus capitalistas/consumistas flautas mágicas. El más “manipulador” director de una multinacional del automóvil a su vez estaría hechizado, encendido de deseo, no solo por los publicistas de las empresas de relojes o de zapatos, sino también por la oferta de placer de un vendedor de realidades espirituales (estados alterados de conciencia, sabiduría milenaria, etc). Todo hechizo ubicuo, todo deseo. Eso es Maya. Eso es cualquier sociedad y cualquier mundo.

Cabría llevar la propuesta hiper-erótica de Marcuse a sus límites máximos y encender con ella la conciencia entera. Todo sería deseo, deseo sagrado: deseo de lo que no se tiene (un Ferrari, una sociedad perfecta, una libertad inefable, una mente en paz) y, al la vez, deseo de lo que se tiene (si es que alguien sabe lo que tiene). Más aún: cabría desear el deseo en sí: la ilusión, el sano inconformismo. Aquí el marxismo culto, el mejor marxismo, muestra su grandeza filosófica.

Hemos de suponer que Dios, cualquier Dios, creó el mundo por inconformismo. Por deseo de encarnar en la materia el mundo por Él soñado. El Arte, la Filo-Sofía, el deseo erótico-corporal, presuponen deseo, arrastre hacia la Belleza. Hacia una Belleza que previamente se ha contemplado, como desde el lado exterior de un escaparate.

Quizás la clave no esté en la demonización del deseo (consumismo, etc), sino en su sacralización, su sublimación, por la vía de la ética. No es malo desear y comprarse un bellísimo Ferrari FF, sino el método, el cómo de esa adquisición. Puede haber más nobleza, más grandeza, en la posesión de ese Ferrari que en la posesión de unas sandalias. Todo depende de cómo se hayan conseguido esos -innecesarios, pero deliciosos- objetos. Las sandalias son también innecesarias. Recordemos la reforma del Carmelo.

No hay vida humana sin ilusión, del tipo que sea. Todo rostro humano se embellece cuando, con mirada de niño,  arruga su nariz en el cristal del escaparate en el que se muestra su cielo soñado, su mundo soñado, carente aún de materia. Es cierto también que ese cristal es imaginario. Como todo. Pero así funcionan los mundos.

Así funciona, creo yo, la fascinante mente de Dios, que se autodifracta en las mentes de todos los hombres.

David López

 

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Tribuna política: “Europa”

Europa. Más Europa. Es el único camino. Precioso camino por cierto, aunque ahora no lo parezca. Así lo dicen, creo yo, los mitos de la Grecia Antigua.

Vivimos momentos históricos, fascinantes, hipercreativos, peligrosos también. Estamos contemplando, hoy mismo, el nacimiento de algo grande, excepcionalmente fecundo e ilusionador. Hay que poner todas nuestras factorías de sueños al servicio de esa ilusión: al servicio de Europa: un futuro gran país.

Hace algunos días me estremecí leyendo los mitos de los que brotó eso de “Europa”. Y, lo confieso: me sacudió la brisa del misterio, de lo imposible, de ese océano mágico cuyo olor imprega todo lo que pasa, ahí, en “el mundo objetivo”. O “dentro de nuestra conciencia”. Es igual. El caso es que me estremecí hasta el punto de no poder moverme, de no poder hablar, durante horas.

Y sigo hoy estremecido ante algo que no sé si llamar “lo sublime kantiano”. O “lo transcente de Jaspers” [Véase]. Es algo sobrecogedor, por su fuerza, por su misterio.

Vivimos en mitos, somos vivificados por los mitos, aunque no sabemos exactamente cuál es la profundidad ontológica (y hasta teológica) de esos seres de palabras. Yo me estremecí con los mitos griegos porque tuve la sensación, la convicción, de que esos seres ya profetizaron que Europa va a ser raptada. No hay otra salida. Pero se trata de un rapto por amor, por amor/deseo: un rapto que convertirá a Europa en la reina de un gran territorio, no solo geográfico.

La crisis económica -que ya ha producido suicidios, sobre todo anímicos e ideólogicos- va a ser, está siendo, un segundo gran “sufrimiento creativo” [Véase] para Europa, del que se derivarán mundos -cielos- que ahora apenas podemos vislumbrar. El primer “sufrimiento creativo” tuvo lugar con las guerras mundiales (esos estúpidos ritos de sangre).

En cualquier caso los cielos que se avecinan tendrán una gran belleza. Y serán un duro golpe para el pesimismo. El pesimismo no es sino miedo, como bien supo ver Kierkegaard al leer a Schopenhauer: miedo a la decepción, a que nuestro esfuerzo configurador de la realidad no tenga frutos (a que no seamos realmente poderosos). Pero yo creo -con Ernst Bloch [Véase]- que lo esencial de la condición humana es la esperanza, la apertura a un futuro mejor, soñado, trabajado. También creo, con Paracelso, que el trabajo es pura magia. Y trabajar no es solo realizar actitividades económicas remuneradas… Trabajar es, sobre todo, trabajarse, sublimarse, dignificarse, exigirse más a uno mismo que a los demás, des-esclavizarse (sobre todo des-esclavizarse de los discursos esclavistas, que son los más cómodos, y los más indignos para la condición humana).

¿Es serio afirmar que los mitos griegos ya narraron lo que está ocurriendo y lo que podría ocurrir en Europa?

En mis textos filosóficos intento mostrar que todo modelo de realidad está siempre amenazado, y sublimado, por el misterio infinito. No cabe descartar nada, dirían, por ejemplo, C.G. Jung o Feyerabend [Véase]. Por eso me voy a permitir considerar la hipótesis de que la propia narración del mito griego de Europa sirve para entender el presente y para canalizar con lucidez el futuro. Un futuro grandioso. ¿Por qué no?

Como sugiero con ocasión de las palabras “hermenéutica” [Véase] y “Cabalah” [Véase], podría ocurrir que todo texto fuera algo así como una membrana celular por la que podrían estar entrando informaciones desde un “exterior” que, “aquí”, apenas podemos imaginar. También podría ocurrir que lo que nos envuelve, eso que vemos como “realidad” (el tejido de sueños del que habló Shakespeare), fuera en su totalidad membrana: una red de infinitos uesebés por los que estaríamos recibiendo algo así como “nutrientes” (mensajes).

También creo que nos podemos permitir una lectura de los cielos, trascendiendo tanto el esquematismo de la astronomía como el de la astrología: pudiera ser que estemos en algo absolutamente otro de lo que describen esos esquemas de mirada. Cabe realizar una interpretación “política” de una de las lunas de Júpiter: la que se llama Europa, y que parece estár llena de agua (de vida).

Según buena parte de los mitos griegos que yo he leído, Europa era una bella y joven princesa que estaba jugando con sus amigas en la playa. Zeus se enamoró de ella (se sintió atraído por ella, quiso fecundarla) y, para no asustarla, se conviritó en un manso toro blanco. Que yo sepa nunca Zeus, en la Grecia antigua, adopta la forma de toro, salvo para raptar a Europa.

La joven princesa colocó una girnalda de flores en torno al cuello del toro y, así, decidió montarlo. Zeus entonces se lanzó al mar y llevó a Europa hasta la isla de Creta, donde tuvo lugar un fecundo acto amoroso bajo una platanera.

Europa en ese trayecto por el mar parece tranquila, confiada, enigmática (véase el precioso cuadro de Serov que vuela sobre este texto). Se habla de “el rapto de Europa”, incluso de “la violación de Europa”, pero lo cierto es que Zeus se mueve por amor (amor-deseo) y Europa se muestra en todo momento confiada, y hasta ilusionada. No consta que, en ningún momento, Europa quisiera bajarse del toro, renunciar a ese viaje por el mar: un viaje que hay que suponer difícil, trabajoso (el toro es un animal que tiene fuerza, capacidad de trabajo). También sorprende el hecho de que Zeus haga un viaje tan largo, haga tantos esfuerzos, para fecundar a Europa.

Europa, según los mitos más aceptados, era la hija de Agenor y Telefasa. Agenor fue un rey que puso fin a los ritos cruentos. La actual Europa nació del horror ante la Segunda Guerra Mundial: un rito cruento que, incluso hoy en día, tiene devotos. Los padres de la actual Europa se comportaron como Agenor.

La madre de Europa se llamaba Telefasa. Ella intentó recuperar a su hija, salvarla de ese toro blanco que en realidad era un dios casi todopoderoso. Pero murió de agotamiento en Tracia (afortunadamente para el futuro de la bella Europa). Parece que la madre de Europa veía al toro blanco/Zeus como un enemigo. Tracia está en el norte de la actual Grecia. El maternalismo (exceso de mimo y de condescendencia) podría estar hoy agotándose en Grecia. Probablemente toca, para salvar Europa, que su madre se agote. Fin de los mimos discapacitantes. Europa necesita salir de los brazos de su madre para ser una mujer fértil. Un reina de verdad.

Zeus es el dios más poderoso de la mitología griega. Entre sus epítetos está “agoreo”: el que supervisa los negocios en el ágora y aplica sanciones a los comerciantes que no cumplen las normas (algo así como un super-auditor y, a la vez, un juez supremo en materia económica).

El comercio, los mercados… La gelatina mental colectiva en la que vivimos lleva discursos que demonizan los mercados, el comercio, etc. Sin embargo el mercado es un lugar donde se sublima la sociedad (y por tanto el individuo humano): es intercambio, posibilidad de despliegue de la ética, de la justicia, del enriquecimiento mutuo. En los mercados se intercambia de todo: comida, objetos, ideas, dioses, modelos de totalidad. El mercado es un diálogo que, si es fértil, si es respetuoso y abierto, sublima la condición humana.

Un diccionario muy recomendable sobre mitología griega y romana es el de Christine  Harrauer y Herbert Hunger. La edición española (Herder, 2008) cuenta con un prólogo de Javier Fernández Nieto en el que leemos una vitalizante cita de Ortega. Reproduzco su primera frase:

“La vida es, esencialmente, un diálogo con el entorno; lo es en sus funciones fisiológicas más sencillas, como en sus funciones psíquicas más sublimes”.

Hace dos días comenté con mi hija de dieciocho años parte de las ideas que quiero exponer en este texto. Ella me hizo llegar, con mucha lucidez, su euro-escepticismo. No cree en “los políticos”. Ve demasiada corrupción generalizada, a la vez que un exceso de ingenuo optimismo en su padre (que soy yo). Y tenía razón. Yo le dije -desde un optimismo a vida o muerte de padre que quiere lo mejor para sus hijos- que otro de los epítetos de Zeus es Horkios (el que vela por los juramentos). La corrupción política es, simplemente, un incumplimiento de juramentos. Europa requiere, efectivamente, un dios que vigile los juramentos de los políticos. Europa reinará y será fértil si Zeus ejerce como Horkios. Sin olvidar el amor, el deseo de fertilizar… Mi hija me sonrió algo más confiada. Me imagino a la princesa Europa esbozando la sonrisa de mi hija justo cuando accedió a montarse en el toro blanco.

Creo que Zeus se va a encarnar en un organismo internacional (un superministerio de economía, amoroso pero también antipático, muy concentrado en el control, la supervisión, etc.). Para ello deberá presentarse de forma amable (el toro blanco… envuelto en flores). El toro blanco podría representar el norte europeo (empuje, trabajo, exigencia, inflexibilidad, intransigencia con el error, con lo asistemático, con la falta de previsión…). Las flores podrían representar el sur (frescura, espontaneidad, presente efímero, sensual, no previsor, despreocupado…). Europa será rescatada si se auna el empuje -el trabajo- del norte, con la frescura, el color, la vitalidad del sur. Al norte (Alemania sobre todo) le falta con-descendencia. Al sur (España sobre todo) le falta con-ascendencia.

Puede incluso que la amabilidad, la “mansedumbre”, de ese mítico toro blanco la esté aportando en buena medida Angela Merkel. La actual canciller alemana representa algo así como la santidad en los paradigmas sociopolíticos actuales: es mujer (no sospechosa por tanto de superavits de testosterona) y fue ministra en carteras tan amables -tan achuchables- como la de “mujeres y juventud”, o la de “medioambiente, protección de la naturaleza y seguridad atómica”. No deja de ser curioso, además, que exista una orquídea que lleva su nombre: la Dentrobium Angela Merkel. Una flor más alrededor del cuello del toro blanco que raptará Europa. De otra forma no podría Zeus (Agorero y Horkios) llevarse a la princesa, sacarla de sus dulces, y ruinosos, juegos playeros.

Europa, tras el rapto, es fecundada por Zeus en Creta, y allí se hace reina. Tiene un hijo cuyo nombre puede inquietarnos: el Minotauro (que se alimenta con jóvenes vivos). Pero Zeus se retira finalmente, no sin antes dejar en el cielo una imagen eterna de ese toro que le sirvió para “raptar” a Europa. Esa imagen es la constelación Tauro. Europa por tanto deberá vivir ya siempre bajo un cielo en el que brille Agoreo y Horkios: un gran dios supervisor de las prácticas de los comerciantes y de aquellos que hacen juramentos (los políticos).

La retirada de Zeus podría simbolizar su papel de transición: era necesario que Agoreo y Horkios sacaran a Europa de su letárgica y bucólica playa, de sus juegos de recogida de flores, de los debilitadores mimos de su madre, y que la llevara a una tierra donde poder reinar, donde poder madurar, donde poder  ser fecundada de verdad.

Pero el mito sigue su curso -como sigue el curso giratorio del Yin-Yang [Véase]. De la luz de esa Europa-reina saldrá sombra: el Minotauro: un hijo de Europa que fue condenado por tramposo y que se alimentaba de personas en su cautiverio.

Podría ser que alguien quisiera a Europa para sí (que no la amara a ella en realidad) y que, en virtud de un verbo especialmente hechizante (populista, para hombres-masa), la convierta en un lugar de muerte mental, de denigración de la inmensidad humana. Habrá que estar atentos. El mejor supervisor es la Filosofía: es una ciencia experta en narrativas, en hechizos. Nietzsche (y Horkheimer, y también Foucault) nos empujaron a analizar las narrativas, las ideas, como si fueran el más importante manatial de agua del que beben las sociedades.

Veo al futuro Minotauro como un tramposo populista: un flautista de Hamelin capaz de empatizar con la tendencia populista a simplificar la realidad (a simplificar sobre todo la teoría del poder y del mal). Y le veo como alguien capaz de aumentar la intensidad de ese bogomilismo que apelmaza hoy en día millones de inteligencias. Los bogomilos fueron una secta de final de la edad media que creía -que sentía- que el poder en el mundo estaba en manos del Diablo. El futuro Minotauro europeo no devorará cuerpos humanos, sino algo mucho má suculento: sus mentes.

Eso es, simplemente, lo que yo leo en los mitos griegos, y lo que yo creo que están profetizando. Pero siempre cabe reorientar la Historia. Está en nuestras manos. Y somos magos. Creo que tenemos en nuestras manos los hilos de la “evolución creadora” [Véase “Bergson”].

Europa tiene unos atributos que pueden ser útiles para el resto del mundo: elegancia, sabiduría, serenidad: luz serena, antigua, melancólica, que alcanza su plenitud poética al atardecer. Europa es esa luz del atardecer.

Escuchemos otra vez a Ortega:

“La vida es, esencialmente, un diálogo con el entorno; lo es en sus funciones fisiológicas más sencillas, como en sus funciones psíquicas más sublimes”.

Europa tendrá vida si es raptada por el toro blanco del norte, si ese toro es embellecido -amansado- por las flores del sur y si en la nueva tierra, en el nuevo país, se dialoga, se escucha y se ama. Recordemos al viejo Russell [Véase] afirmando, con contundencia, que el odio es estupidez y el amor sabiduría. Nada peor, nada más estúpido, para Europa, para la entera Humanidad, y para cualquier individuo humano, que los discursos que incitan al odio.

Para salvar Europa -y a la entera Humanidad- habrá que poner fin al bogomilismo; esto es: los discursos de simplificación y demonización del poder que suelen agradar, y calmar, la vulgaridad del hombre-masa. Ortega, una vez más, nos ofrece un concepto que puede ser de gran utilidad para no dejar de soñar un futuro grandioso para la condición humana -individual y socializada-. El hombre-masa sería aquel que manifiesta una “radical ingratitud hacia cuanto ha hecho posible la facilidad de su existencia… El hombre masa es el niño mimado de la Historia”.

Por eso creo que Telefasa, la madre de Europa, tenía que agotarse en Tracia (no recuperar a su mimada hija). Tenía que prosperar el antipático Zeus (Agoreo y Horkios), disfrazado de toro (blanco). Europa se hará reina de un precioso territorio si sus habitantes (y sus corazones) se exigen más a sí mismos que a los otros; y si se superan los paralizantes mimos que caracterizan al hombre-masa (consumidor de las tóxicas narrativas bogomílicas).

Más Europa será más espacio para la grandeza humana. Estoy seguro de ello.

Ahora toca soñar (sin miedo), amar (sin mimos) y trabajar (trabajarse).

Todo esto creo yo haber oído en los mitos griegos sobre Europa. Y me he permitido a mí mismo aceptar la hipótesis de que esos mitos sean algo más que palabras.

La realidad pura y dura es la pura magia. Y es además una magia sacra.

David López

Sotosalbos, a 9 de julio de 2012.

Filósofos míticos del mítico siglo XX

 

 

Este año me propongo incorporar nombres propios a mi diccionario filosófico. Quisiera visualizar a buena parte de los míticos filósofos del siglo XX como fabulosos –y siempre mutantes- constructos narrativos. Quisiera calibrar la fuerza hechizante de las redes lógicas que los mantienen vivos, como mitos, como nodos de energía filosófica que sostienen y vivifican nuestra civilización de palabras (nuestro lógico sueño compartido).

Desde el concepto del Maya hindú (y no solo desde ahí) se podría decir que ninguno de esos filósofos tuvo existencia individual; y que su pensamiento no fue suyo. ¿De quién fue entonces? ¿Qué fueron todos ellos? ¿En qué podrían llegar a convertirse si algún día se produce una mutación radical en eso que los cerebralistas denomina “cerebro humano”?

Desde la cosmovisión cerebralista, o fisicista, cabría visualizar el pensamiento filosófico del siglo XX como una forma determinada de interconectarse neuronas (materia legislada), en una serie de individuos, a lo largo de un vector de tiempo determinado.  [Véase “Cerebro“].

¿Y por qué el siglo XX? “Siglo XX” es otra bailarina lógica. Pero aun así, presenta, como narración al menos, como poesía comúmente aceptada, rasgos que me parecen excepcionales.

Creo que el siglo XX fue un siglo impresionante. Y que también lo fue la Filosofía que ocurrió en él. Como impresionante es, creo, la imagen que he elegido para el cielo de este texto. Ya la usé con ocasión de la palabra “Cultura” [Véase]. ¿Por qué esa imagen ahora, otra vez? Porque muestra un cuerpo humano trágicamente convertido en cultura pura y dura (un cuerpo transmutado ideológicamente). Michel Foucault dijo que el alma es la cárcel del cuerpo. Yo diría que tanto el “alma” como el“cuerpo” están en la misma cárcel: en la misma vivificante (y mortificante) matriz: el lenguaje: la diosa Vak; aunque es imposible, desde el lenguaje, decir qué sea eso del lenguaje [Véase “Lenguaje“].

En cualquier caso, creo que esa fotografía de Sid Vicious muestra un siglo impresionante, muy soñador, muy “lógico”, muy desgarrado por poesías [Véase “Poesía“].

 

 

Ofrezco a continuación la lista provional de filósofos. Están ordenados alfabéticamente; y limitados a 40, que es el número de conferencias que este año impartiré en Ámbito Cultural de Madrid (sin incluir la introductoria y la de conclusiones del curso):

 

– Adorno, Theodor.

– Althusser, Luis.

– Apel, Karl-Otto.

– Bachelard, Gaston.

– Baudrillard.

– Bergson, Henry.

– Buber, Martin.

– Chomsky, Noam.

– Deleuze, Gilles.

– Derrida, Jacques.

– Feyerabend.

– Foucault, Michel.

– Gadamer.

– Habermas.

– Heidegger.

– Horkheimer.

– Husserl.

– James, William.

– Jaspers, Karl.

– Lacan.

– Lévinas.

– Levi-Strauss.

– Lukács.

– Lyotard.

– Marcuse.

– Merlau Ponty.

– Moore.

– Nishida Kitaro.

– Ortega y Gasset.

– Popper.

– Putnam, Hilary.

– Quine.

– Ricoeur, Paul.

– Russell.

– Sartre.

– Scheller.

– Unamuno.

– Weil, Simone.

– Wittgenstein.

– Zambrano, María.

 

Sugiero a continuación algunos recursos bibliográficos:

 

1.- Bibliografía general:

 

  • Ferrater Mora, José: Diccionario de Filosofía, Círculo de lectores, Barcelona, 1991.
  • Garrido, Manuel; Valdés, Luis.M., Arenas, Luis. (coords.): El legado filosófico y científico del siglo XX, Cátedra, Madrid, 2005.
  • Reale, Giovani; y Antiseri, Darío: Historia del pensamiento filosófico y científico (tres tomos), Tomo III, Herder, Barcelona, 2005.
  • Sáez Rueda, Luis: Movimientos filosóficos actuales, Trotta, Madrid, 2001.
  • Sanchez Meca, Diego: Historia de la filosofía moderna y contemporánea, Dykinson, Madrid, 2010.
  • Muguerza, Javier y Cerezo, Pedro: La filosofía hoy, Crítica, Madrid, 2000.

 

2.- Recursos de internet:

 

http://www.iep.utm.edu (Recurso gratuito de internet, en inglés, que fue fundado por James Fieser y actualmente codirigido por él mismo y por Bradkey Dowden).

– http://plato.stanford.edu/ (Stanford University).

– http://www.ucl.ac.uk/philosophy/LPSG/contents.htm (University College London).

– http://www.information-philosophie.de/ (Recurso en alemán).

– http://la-philosophie.com (Recurso en francés).

– http://asterion.revues.org/ (Ecole Normale Supérieure de Lyon, en francés también).

 

 

3.- Revistas de Filosofía:

 

  • Revista de Filosofía (Universidad Complutense de Madrid, dirigida por Rafael V. Órden Jiménez).
  • Claves de la razón práctica (Dirigida por Javier Pradera y Fernando Savater).
  • Filosofía hoy (Dirigida por Pepa Castro).

 

 

 

En realidad, este año quiero ver qué les pasa a esos mitos, a esos seres de palabras, y a sus propias secreciones de palabras, cuando entren a bailar con mis bailarinas lógicas. Muchos de ellos ya están dentro desde hace tiempo, pero de forma parcial, como simples referencias; no de cuerpo entero.

Estoy seguro de que las bailarinas lógicas de mi diccionario filosófico ganarán mucho -sentirán y harán sentir mucho- con el baile que está a punto de empezar. Y espero que los lectores de este blog -tras la entrada en él de cuarenta filósofos del siglo XX- aumenten sus posibilidades de experimentar ese estupor maravillado -ese sublime vertigo/placer- que es capaz de provocar la Filosofía… siempre dentro de ese misterio infinito -pero mágico también- que es nuestra esencia y nuestra existencia.

 

 

David López

Sotosalbos, 12 de septiembre de 2011.