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Nuevo curso online. SCHOPENHAUER. OBRAS E IDEAS COMPLETAS.

 

 

En este ambicioso (y muy exhaustivo) curso voy a ofrecer una exposición detallada de las ideas de Schopenhauer tal y como se muestran y se interconectan en la totalidad orgánica de sus obras.

En mi tesis doctoral analizo el lugar de la magia en el gigantesco y bellísimo sistema filosófico de Schopenhauer a partir de estas palabras:

“Es sobre todo el magnetismo animal la más palpable constatación de mi doctrina sobre la omnipotencia y única verdadera substancialidad de la voluntad.- Magia y magnetismo son completamente lo mismo: y son verdaderamente la metafísica práctica” (HN 1, 30).

En este curso me ocuparé también del crucial tema de la magia. Pero, sobre todo, intentaré comprender hasta la médula, y relacionar con todas las piezas del modelo de totalidad de Schopenhauer, estas otras palabras:

“[…] en el simple sueño la relación es unilateral, y es que solo un yo verdaderamente quiere y siente, mientras que los demás no lo hacen, pues son fantasmas; por el contrario, en el gran sueño de la vida tiene lugar una relación multilateral, toda vez que no solo uno aparece en el sueño del otro, sino que este también aparece en el de aquel, de forma que, por medio de una verdadera harmonia praestabilita, cada uno sueña solo aquello que para él es adecuado según su propia guía metafísica, y todos los sueños-vida están entretejidos con una perfección tal, que cada uno experimenta solo lo que le es beneficioso y hace lo que es necesario para los demás […]” (P I, 233).

¿Está diciendo eso Schopenhauer con plena consciencia filosófica?

¿Es eso verdad? ¿Estamos en ese prodigioso tejido de sueños interconectados e inter-nutridos?

El curso consta de 30 conferencias online (a través de la plataforma Zoom). Cabe incorporarse en cualquier momento. Todos los miércoles a partir del 10 de noviembre de 2021. A las 19:00 horas (Europe/Madrid). La inscripción da derecho a obtener los vídeos de cada una de las conferencias que se vayan impartiendo, incluidos por supuesto los de las conferencias a las que no se haya asistido en directo.

El importe de la matrícula es 125 euros.

 

PROGRAMA

1.- Introducción. La vida y la personalidad de Schopenhauer. Su repercusión histórica. La probabilidad creciente de que sea un pensador prohibido. La condición sublime (no bella) del sumatorio de sus textos. Una primera reflexión sobre el tema de los sueños.

2.- La tesis doctoral de Schopenhauer: Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente. Las cuatro formas de responder a la pregunta “¿Por qué?”.

3.- El mundo como voluntad y representación I. Primer libro. “El mundo es mi representación”. 

4.- El mundo como voluntad y representación I. Segundo libro. “En nosotros habita, no en el Tártaro ni en las estrellas del cielo. Todo esto lo hace el espíritu que nos llena”. 

5.- El mundo como voluntad y representación I. Tercer libro. “La representación independiente del principio de razón: la idea platónica: el objeto del arte”.

6.- El mundo como voluntad y representación I. Cuarto libro. Lo serio. (Hay que salvarse del mundo-infierno. Basta con dejar de quererlo).

7.- El mundo como voluntad y representación I.  Anexo: “Crítica de la filosofía kantiana”.

8.- El mundo como voluntad y representación II. Añadidos al primer libro.

9.- El mundo como voluntad y representación II. Añadidos al segundo libro.

10.- El mundo como voluntad y representación II. Añadidos al tercer libro.

11.- El mundo como voluntad y representación II. Añadidos al cuarto libro.

12.- Sobre la voluntad en la Naturaleza. “Fisiología y patología”; “Anatomía comparada”; “Fisiología de las plantas”.

13.- Sobre la voluntad en la Naturaleza.  “Astronomía física”. El capítulo crucial para entender el descubrimiento de Schopenhauer.

14.- Sobre la voluntad en la Naturaleza. “Magnetismo animal y magia”. Primera parte.

15.- Sobre la voluntad en la Naturaleza. “Magnetismo animal y magia”. Segunda parte.

16.- Sobre la voluntad en la Naturaleza. “Sinología”. (La mente del cielo).

17.- Sobre la libertad de la voluntad humana. (En cuanto seres humanos, no somos libres).

18.- Sobre el fundamento de la moral. (La compasión, el amor. En realidad no existe “el otro”. Somos nosotros mismos ese aparente “otro”).

19.- Parerga y Paralipomena I. “Boceto de una historia de la doctrina sobre lo ideal y lo real”; “Fragmentos sobre Historia de la Filosofía”; “Sobre la Filosofía de la universidad”.

20.- Parerga y Paralipomena I. “Especulación transcendente sobre la aparente intencionalidad en el destino de los individuos”.

21.- Parerga y Paralipomena I. “Ensayo sobre la visión de fantasmas y lo que con ello se relaciona”.

22.- Parerga y Paralipomena I. “Aforismos para la sabiduría de la vida”.

23.- Parerga y Paralipomena II. “Sobre la Filosofía y su método”.

24.- Parerga y Paralipomena II. “Algunas consideraciones sobre la contraposición entre la cosa en sí y la apariencia”.

25.- Parerga y Paralipomena II. “Adiciones a la doctrina de la nihilidad de la existencia”.

26.- Parerga y Paralipomena II. “Algunas cosas sobre la literatura sánscrita”.

27.- Parerga y Paralipomena II. “Sobre metafísica de lo bello y estética”. Primera parte.

28.- Parerga y Paralipomena II. “Sobre metafísica de lo bello y estética”. Segunda parte.

29 y 30.- Conclusiones. Los sueños-vida artificialmente entretejidos e inter-nutridos. Los individuos no existen más que en el prodigioso (y reconfigurable, y sacro) sueño de la vida.

* * * * *

 

Importe del curso entero: 125 euros. 

Esta cantidad incluye —aparte de las grabaciones de las 30 conferencias—  una atención personalizada y, también, una bibliografía a la carta. Esto significa que cada alumno me tendrá a su entera disposición para responder a todas sus dudas y para aconsejarle sobre textos que pudieran ser de su especial interés. De esta forma, se podrá realizar un viaje personal, único, dentro del que ofrece este curso.

[Acceder al curso]

 

 

La magia: clave de acceso al sistema filosófico de Schopenhauer

 

 

Tras muchos años de (durísimo) trabajo está por fin disponible en Amazon mi obra “La magia: clave de acceso al sistema filosófico de Schopenhauer”.

Espero que la disfrutes y que te sea de utilidad. Yo he vivido, con ocasión de ella, una experiencia excepcional, decisiva sin duda en todos los planos de mi vida.

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 Prólogo

Empecé este estudio hace 14 años (la edad de mi hijo Nicolás) impactado ante unas ideas de Schopenhauer en virtud de las cuales los por él denominados “hechos mágicos”[1] serían “al menos desde el punto de vista filosófico, entre todos los hechos que nos ofrece la completa experiencia, sin ninguna comparación, los más importantes”;[2] y el magnetismo animal en concreto (también denominado por Schopenhauer simplemente “magia”), sería “por supuesto no contemplado desde el punto de vista económico o tecnológico, sino filosófico, el descubrimiento más rico de contenido jamás realizado”.[3]

Quise entonces comprobar si este gran pensador filosofaba con rigor, con seriedad, mientras afirmada que la magia (según él, la posibilidad de que las leyes de la naturaleza pudieran ser puntualmente suspendidas) era una posibilidad real, empíricamente verificada y, además, coherente con su propio sistema filosófico. Y descubrí, muy sorprendido, que la magia es la clave de acceso a un enorme, deslumbrante y poliédrico sistema filosófico donde el mundo (cualquier mundo) no agotaría la totalidad del ser.[4]

El núcleo de ese sistema intenté mostrarlo, aunque quizás de forma demasiado esquemática, en un artículo que, en 2014, publiqué en el Anuario de la Sociedad Schopenhauer [Jahrbuch der Schopenhauer-Gesellschaft] bajo el título “Die Magie in Schopenhauers Metaphysik: ein Weg, um uns als magisches Nichts zu erkennen” [“La magia en la metafísica de Schopenhauer: un camino para conocernos como nada mágica”]. [Véase aquí: _D.Lopez]. Debo decir que el contenido de este artículo se vio en gran medida beneficiado por las críticas de uno de los editores del citado anuario: el doctor Matthias Koßler.

No obstante, en estos últimos años mis perspectivas sobre la filosofía de Schopenhauer se han ampliado notablemente, y no solo por nuevas (y siempre sorprendentes) lecturas de las obras de este filósofo y de sus numerosos analistas, sino también por debates privados con algunos de ellos. A este respecto, debo decir que han sido cruciales las aportaciones que he recibido de mis directoras de tesis: las doctoras María Jesús Vázquez Lobeiras (Universidad de Santiago de Compostela) y Margit Ruffing (Johannes Gutenberg-Universität de Mainz). Han sido asimismo de enorme relevancia mis estancias de investigación durante el año 2017 en esta última universidad. También fueron para mí de gran ayuda, en las primeras fases de este proyecto, los consejos recibidos por los doctores Rafael Valeriano Orden Jiménez y Diego Sánchez Meca. Por ultimo, quiero dejar constancia de mi agradecimiento hacia Anke Ehlers, por su permanente apoyo y por poner a mi disposición sus grandes conocimientos de la lengua alemana.

La presente obra se apoya en la tesis doctoral que, debido a la situación excepcional provocada por el coronavirus, defendí telemáticamente el 9 de junio de 2020 en la Escuela de Doctorado Internacional de la Universidad de Santiago de Compostela. El tribunal estuvo formado por el doctor Diego Sánchez Meca (que actuó como presidente), la doctora Teresa Aizpún Bobadilla y el doctor Marco Segala (Universidad L´Aquila, Italia). La tesis, presentada bajo el título “El lugar de la magia en el sistema filosófico de Schopenhauer”, obtuvo mención internacional en virtud de mis estancias de investigación en la Johannes Gutenberg-Universität de Mainz y de los informes emitidos por los doctores Stascha Rohmer (Alemania) y Luan Corrêa da Silva (Brasil). Y tuve el gran honor de que me fuera concedida la máxima calificación (cum laude) por unanimidad.

Debo por último confesar que a lo largo de los años que he dedicado a este estudio he ido contemplando, con creciente estupor, cómo aumentaba el tamaño y la belleza del sistema filosófico que brotó del atormentado, pero también excepcionalmente lúcido (y sorprendentemente esperanzado) corazón de Schopenhauer. E, inesperadamente, he encontrado una gran belleza, una muy singular belleza, en su descripción del mundo, que sería una parte minúscula, inesencial, del Todo.

Espero haber ofrecido una idea -una imagen- de ese modelo de totalidad que Schopenhauer, a lo largo de su vida, fue construyendo y perfilando con sus frases, el sumatorio de las cuales constituye una de las más grandes obras maestras de la literatura filosófica universal.

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[1] P I, 283.

[2] P I, 284.

[3] P I, 285.

[4] W II, 740.

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Las bailarinas lógicas: “Tao”.

 

 

“Tao”. Camino, vida, orden, sentido, hembra abisal que lo mueve ¿y lo es? todo…

Tao es una bailarina de origen chino que lleva muchos años hechizando mentes occidentales (si es que hay alguien que sepa de verdad qué es exactamente eso de ‘occidental’).

Cuando me ocupo de la palabra “Humanidad” [Véase] quiero compartir mi fascinación por el hecho de que los seres humanos se saluden en los caminos, en los caminos poco transitados, como los de los bosques y las montañas, o como el que aparece en la fotografía de Richard Long que agranda estos párrafos.

¿Es esto del ‘vivir’ una especie de caminar por una senda marcada (soñada, amada) metafísicamente? ¿Es sabio el que sabe detectar su camino (su Tao) y adaptarse a él? ¿Hay un camino, un sentido, un orden, para todos los seres humanos, en su conjunto y, a la vez, para toda esa ‘naturaleza’ de la que son parte?

Tao… En este texto reproduciré algunas frases del Tao Te Ching (tal como fue traducido este misterioso manual por el jesuita Carmelo Elorduy). Y la cuestión fundamental, a mi juicio, es ésta:

¿Hay posibilidad de creación dentro de esa hembra física y metafísica que parece serlo todo y, a la vez, regirlo todo? En realidad volvemos a la más crucial de todas las disyuntivas: ¿Estamos o no estamos en un océano metafísico libre?

Lo curioso es que el Tao Te Ching propicia, al menos en algunos capítulos, una especie de anarquismo -en lo social- a la vez que un esclavista sometimiento a un imperio invisible -el Tao- con el que, al parecer, más vale armonizarse si no se quiere uno pudrir en la ignorancia/infelicidad.

El taoísmo, como ‘filosofía’ o ‘religión’ o lo que sea, me ofreció hace años una preciosa leyenda, deliciosamente adaptada por Marguerite Yourcenar en sus Cuentos orientales. En esa leyenda se narra la historia de un pintor chino (Wang Fô) cuyos ojos solo veían sublime belleza… y cuya capacidad artística le permitió crear un mundo (otro mundo) desde dentro del que estaba a punto de matarle.

Arte. Creatividad. Creatividad radical. Fuerza capaz de construir universos. En mi novela El bosque de albaricoques intenté dar más vida, más todavía, a aquel mago chino y a sus pinceles.

¿Cabe crear modelos alternativos de Tao? ¿Cabe legislar? ¿Cabe ser ingenieros de caminos metafísicos (y físicos por tanto)? ¿Cabe construir un camino como el que fotografió Richard Long y caminar por él como el que caminara por el interior de su propio cuadro?

¿Qué somos en realidad? ¿Cuánto poder y cuánta libertad tenemos?

¿Somos magos? ¿Qué significa eso? ¿Cuál sería el mago más poderoso? [Véase Magia].

Esta es la bibliografía que yo he manejado  sobre el taoísmo:

– Mircea Eliade/Ioan P. Couliano: Diccionario de las religiones, Paidos, Barcelona 1992.

– Russell Kirkland: Taoism: the enduring tradition, Routledge, Londres 2004.

– Chantal Maillard: La sabiduría como estética (China: confucianismo, taoísmo y budismo), Akal, Madrid 2000.

– Henry Maspero: El taoísmo y las religiones chinas, Trotta, Madrid 2000.

– Iñaki Preciado: Los cuatro libros del emperador amarillo, Trotta, Madrid 2010.

¿Qué es el taoísmo? ¿Cuál es el hábitat, el cosmos de palabras, que sirve de ‘casa del ser’ para ese ser conocido como “Tao”?

Ofrezco algunos apuntes personales.

Los dos libros más conocidos del taoísmo son el Tao Te Ching y el Chuang Tse. Otro menos conocido es el Lieh Tse. Pero el taosímo es muchísimo más que lo que hay en estos libros: son milenios de tradiciones muy complejas, en las que han participado hombres y mujeres, donde hay muchas sectas, donde se practica la magia, la medicina, la alquimia (exterior e interior).

Todo esto se construye a partir de una mitología: el Emperador Amarillo, hacia el 2600 a.C. iniciaría la China histórica (la que recoge por escrito el pasar del tiempo, del tiempo lineal). El caso es que ese emperador pasa a esa historia como gobernante sabio y justo; pero es también chamán: en estado cataléptico visita el mundo de los seres incombustibles… los inmortales que mantienen una especial relación con el mundo de las hadas, de las alegres hadas.

La esperanza suprema del adepto –toda religión ofrece algo, contiene una esperanza- se centra en reunirse un día con los inmortales de la Montaña K´Lun, región de la alegre reina Hsi Wang Mu, que cabalga sobre las ocas y los dragones.

El territorio fantástico del adepto taoísta son “La Montaña” y “Las Grutas Celestes” iluminadas por su luz interior. Al entrar en “La Montaña”, el taoísta se adentra en sí mismo y descubre esa ligereza del Ser que lo hace inaccesible a la palabra, al pensamiento.

El adepto medita que es una mariposa… una mariposa que le sueña a él.

El mundo es un edificio irreal constituido por sueños en los cuales los seres soñados engendran al soñador. Mircea Eliade utiliza el dibujo de Escher: las manos que se dibujan mutuamente para poder dibujar, y dice que esta ligereza del ser que no está delimitado por sus pesados deberes para con el Estado no gustaba a los confucianistas.

Monasterios mixtos. Magia sexual rechazada por el puritanismo confuciano. No aceptaban donativos.

Predicaban la nada, pero ofrecían la inmortalidad.

Practican meditación antes de la entrada del budismo en China, y también una sexualidad iniciática.

Clave: mantener el soplo vital: apnea prolongada; y retención del semen.

Invocación de los espíritus de las estrellas.

Localización de templos en el cuerpo y ubicación de dioses allí para visitarlos, hablar con ellos, honrarlos…

 

El libro: el Tao Te Ching.

Yo utilizo la traducción del jesuita Carmelo Elorduy. Las citas que ofrezco en este artículo están sacadas de esa traducción.

¿De dónde salió, quién lo escribió?

El mito habla de un tal Lao Tse, viejo maestro, que lo escribiría hacia el siglo VI a.C. y al que habría visitado el mismo Confucio. Hoy ‘se sabe’ que es un texto datado en torno al 300 a.C.

Russell Kirkland, sostiene que es un empaquetado de ideas provenientes de alguna comunidad rural. Un empaquetado realizado por algún hábil intelectual que quiso ofrecer a los compradores de ‘sabiduría’ de la época ideas diferentes de las de los confucianos o los legalistas.

Kirkland dice que se trataría de sabiduría casera de los viejos… Laoista… ‘Viejista’.

“Tao Te Ching” significa “Libro sagrado del camino y de la virtud”.

La idea fundamental en la que se apoya este libro es la del “Tao”, palabra que significa “camino”, o “razón”, pero también  “alma del mundo”, lo más abismático de la realidad. Y ese Tao sería inalcanzable con la mente, y por supuesto con el lenguaje, porque sería precisamente el origen, y el hábitat, de todo esto que llamamos mundo, sería la matriz, ‘la Madre’, de todas las cosas.

La mente y el lenguaje serían de hecho obstáculos para ver –y para dejar hueco- al Tao.

El Tao Te Ching compara al Tao con una hembra misteriosa: el húmedo y fértil e insondable fondo del mundo. El Tao sería un megadios, sin forma humana por supuesto, sin ninguna forma en realidad: un megadios que es vacío y totalidad a la vez.

Un no ser ni no-no ser del que emerge todo.

No puede ser nombrado porque no tiene otra cosa de la que distinguirse.

El latido del mundo.

Lo que de verdad está ahí ahora mismo.

¿Podemos oírlo?

Y el desafío sería ser oquedad para el Tao. Bailar su ritmo. Sin ofrecer resistencia. “Wu-Wey”: no actuar como persona individual y por tanto, ciega, y ser en Dios… Ser en el Tao.

Es algo así como un dios-naturaleza: un panteísmo y un misticismo a la vez: el Todo y la Nada siendo lo mismo. De hecho el Tao Te Ching ama la Naturaleza desaforadamente. Más que al hombre incluso, al que ama sólo en cuanto que es Naturaleza. De hecho, condena cualquier acto de intervención del hombre en los flujos naturales de las cosas. A diferencia de Confucio, o los racionalistas como Descartes o Marx, o Francis Bacon, que entienden que la Naturaleza debe servir para los fines de la sociedad, y que la naturaleza humana debe ser ‘domesticada’ por los ritos y la moral, Lao Tse le pide al ser humano que no actúe (Wu-Wei), que no fuerce nada, que deje que ese Alma del mundo (que se manifiesta en todo, incluso en el hombre) siga su inteligentísimo curso (¿Obedecer al ‘granjero’?).

El Tao Te Ching parece decir que el hombre sabio debe relajarse totalmente (olvidar las expectativas y los recuerdos), vaciarse de moralidad artificial e, incluso, de inteligencia, que es en definitiva una forma de codicia y de estupidez, y abrazarse al Tao, a esa ‘hembra universal’ que todo lo mueve, y dejarse llevar, dejar que Ella marque los movimientos del baile.

Tao es también ‘vida’.

El Tao Te Ching, a diferencia de Confucio, que venera a los sabios emperadores del pasado, acusa a esos mismos sabios de haber falseado, con virtudes artificiales, la primitiva sencillez natural. No propone una liberación ‘del mundo’ (esto no es hinduismo… estamos en China… que es mundana…, sacralizado de lo inmanente), sino de la civilización. El Tao Te Ching está incluso en contra de la educación:

“Suprimid los estudios y no habrá pesares.”

Hay una parte del Tao Te Ching dedicada a los gobiernos. Es realmente interesante porque coquetea con la anarquía. A ese libro no le gustan la ciudades, ni las multitudes, y mucho menos los gobiernos. Según Russel Kirkland esa parte de libro es un pegote puesto por los empaquetadores. Y dice también que los monasterios budistas no preocupaban a los gobiernos porque aceptaban donativos. Los taoístas, al parecer, no los aceptaban: eran realmente libres, muy provocadores, algo así como los cínicos de Grecia o los jivanmuktas de la India.

El Tao Te Ching propone vaciarse interiormente, crear un desapego o desinterés por las cosas –tener como si no se tuviera, diría San Pablo-… y como decía Buda.  Es estar en el mundo pero sin estar en él del todo, manteniendo cierta distancia, cierto desinterés, para no sucumbir a las locuras del deseo, no sucumbir a nuestras pasiones egocéntricas. Ese vacío entonces se llenaría con el flujo espontáneo del Tao, de la inteligencia universal, y eso llevaría a la acción correcta.

“Déjate llevar”, nos decimos muchas veces unos a otros cuando no sabemos qué consejo darnos unos a los otros en el tortuoso camino de la vida.

El Tao Te Ching recomienda eliminar la codicia y los deseos, no gastar la energía de la vida con cavilaciones abstrusas, no hablar mucho, máxima humildad, y conservar el semen…

Se dice que el taoísmo posterior al Tao Te Ching se convirtió en una religión rellena de magia, y se desarrollaron sofisticadísimas técnicas para controlar la eyaculación, y la respiración: se trataba de no perder energía vital para alcanzar así la inmortalidad. Chantal Maillard ve aquí una pérdida de altura, una caída en la  ‘superstición’. La inmortalidad, dice ella, no es de ‘alguien’: se alcanza precisamente cuando se deja de ser ese alguien que desea, entre otras cosas, ser inmortal.

Volvamos a la humildad. Es un concepto decisivo en el taoismo. Se trata de una humildad muy diferente a la del cristianismo. Esta última se basa en una conciencia de insignificancia ante la grandeza de Dios, en un sentimiento de culpa derivado de un pecado original. La humildad taoísta es una convicción de que no hay que singularizarse, de que la grandeza que puede sentir el ser humano le vendrá de ser consciente de que está en el Todo, en el Tao.

La potenciación, la veneración del yo, sería un empequeñecimiento, una ridiculización de lo grandioso: una mutilación del verdadero yo.

Sería, pienso, como agrandar hasta el infinito el foco de la linterna en el que incluimos el yo, lo que no es ‘lo otro’.

Vaciarse… de pequeñez.

Más citas del Tao Te Ching (según la traducción de Carmelo Elorduy):

“No estimar el magisterio, no amar los dineros ajenos, aparecer ignorante siendo sabio, es la más alta maravilla.”

“Al hombre bueno le basta el fruto que espontáneamente le ofrecen las cosas. No osa violentar nada por coger más; coge el fruto sin urgir más, sin empeñarse más, sin tercos caprichos, sin querer obtener demasiado, coge el fruto sin forzar.”

“El que pretende dar pasos demasiado largos, no puede andar”

“La ley del Cielo [el Tao] es vencer sin combatir, hacerse responder sin haber hablado, hacer venir sin llamar…”

“En el mundo, las cosas difíciles se hacen siempre comenzando por lo más fácil, y la cosas grandes, comenzando por lo más pequeño.”

“El que hace ostentación, no luce.”

“El que se estima, no brilla.”

“Ser sabio y no saberlo es perfección.”

“El hombre bueno [sabio] no ama discutir, y el discutidor no es bueno.”

“No hay desdicha mayor que la de no saberse saciar, ni vicio mayor que la codicia.”

“Sabio es el que conoce a los demás. Iluminado es el que se conoce a sí mismo. El que vence a los otros tiene fuerza, pero el que se vence a sí mismo es el fuerte. Rico es el que sabe contentarse.”

“El sabio cambia todo el día, sin ceder en su serena gravedad. Y si tiene magníficos palacios, sereno los habita, y de igual modo los abandona.”

“Conocer que no se conoce es lo más elevado.”

“Expeler el aire es fuerza.”

Pienso: vaciarse, incluso del concepto “aire”, para llenarnos enteramente del Tao, de la hembra (hiperfecundidad) absoluta. Sin erudición, sin sistemas de ideas, porque eso limitaría, mutilaría , el infinito… y se trata de reproducirlo dentro: sentirlo en el estómago.

Los taoístas buscan inmortalidad en “La Montaña” esa donde se hermanan con las hadas.

No se trataría de humildad por estética social, por ser ‘más queridos’ por el grupo, por caer mejor; sino humildad para ser más, para no agotarnos en lo pasajero, en lo cambiante. Conciencia total. Identidad infinita. Humildad como vía iniciática, expansiva, no como virtud ciudadana para serenar al poder y a otros conciudadanos. Humildad hasta en la soledad más atroz.

En resumen: hablar poco, actuar poco, no forzar el ritmo natural de las cosas, respirar (más bien exhalar) bien, no eyacular y seguir la Naturaleza: amarla…. confiar en ella… sin esa “suspicacia del labriego” a que se refería Ortega…

Buscar el reino sagrado que hay en el pecho. No fuera.

Sigamos sacando oro del Tao Te Ching:

“Donde acamparon los ejércitos, nacen las zarzas.”

“Las buenas armas son instrumentos nefastos, cosas aborrecibles. El hombre que tiene Tao no se vale de ellas.”

“Actuar queriendo conquistar el imperio [el mundo] es, a mi parecer, ir al fracaso. El imperio es un aparato muy espiritual. No se puede manipular con él. Manipular con él es estropearlo. Cogerlo es ya perderlo.”

“El hombre vivo es blando, y muerto es duro y rígido.”

“Las plantas vivas son flexibles y tiernas, y muertas son duras y secas.”

“La dureza y la rigidez son cualidades de la muerte. La flexibilidad y la blandura son cualidades de la vida.”

“Lo blando puede a lo duro.”

“De ahí que las armas, que son duras, no pueden vencer.”

“La desdicha se apoya en la dicha y la dicha se agazapa detrás de la desdicha. ¿Quién conoce la línea divisoria? No hay regla. La rectitud se vuelve extravagancia y lo bueno monstruosidad. Esto ha traído al hombre confuso mucho tiempo. Por eso, el sabio es cuadrado (recto), pero sin aristas cortantes; anguloso, pero sin ángulos punzantes; recto, pero no áspero en su forma de hablar a los demás; luz, pero no resplandor.”

“Pocos en el mundo llegan a comprender la utilidad de enseñar sin palabras y del no hacer nada.”

“Sin salir de la puerta se conoce el mundo. Sin mirar por la ventana se ven los caminos del Cielo. Cuanto más lejos se sale, menos se aprende.”

“El estudio es acumular de día en día. El Tao es disminuir de día en día y, disminuyendo más y más, se llega a la inacción. Inacción que nada deja de hacer. Siempre se ha conquistado el mundo sin hacer nada para ello…”

 

Algunas precisiones académicas. Las aportaciones de Russell Kirkland

Hoy día el taoísmo es uno de los temas que, como el yoga, rellena muchos estantes en librerías no especializadas. Es una religión, una soteriología, una ‘espiritualidad” que genera fascinación, digamos ilusión de transformación espiritual entre los buscadores occidentales, los que intuyen que su vida tiene un sentido ‘espiritual’, de ‘subida de escaleras’ para el acceso a otro nivel de conciencia. Y es también una galaxia de palabras que se ha prestado a sorprendentes manipulaciones. Inconscientes en su mayoría.

A este respecto son especialmente alumbradoras dos conferencias que el profesor Russell Kirkland pronunció en los años 1994 y 1997. La conferencia de 1997 (que tuvo lugar en la universidad de Tenessee) fue presentada bajo el título “El taoísmo de la imaginación occidental y el taoísmo de China: descolonización de las exóticas enseñanzas del Este”. En esta conferencia Kirkland trató temas que son, a mi parecer, de enorme interés para elevar nuestra potencia filosófica. La tesis fundamental de este investigador fue que  los estudiosos occidentales del taoísmo no aceptaban lo que los taoístas de China tradicionalmente pensaban de su ‘religión’. Habría una gran diferencia entre el taoísmo de las publicaciones académicas y el taoísmo de la imaginación del colonialismo cultural norteamericano, el cual no ‘escucharía’, sino que solo buscaría elementos capaces de fortalecer sus creencias: su esquema-mundo: “Miles de occidentales literalmente han sido engañados acerca del taoísmo”.

Kirkland analiza los valores culturales que subyacen en la distinción entre taoísmo filosófico y taoísmo religioso. Dicha distinción se habría hecho en la China moderna: los intelectuales chinos modernos habrían tenido miedo a ser rechazados por los intelectuales occidentales secularizados; miedo a ser considerados miembros de una cultura supersticiosa (anti-ilustrada). Kirkland habla de verdaderas distorsiones de la realidad creadas por estudiosos victorianos (como Legge y sus informantes confucianos), todos ellos hostiles al taoísmo; y afirma que la intelectualidad moderna emite juicios desde un culto, desde un dogma: nuestras creencias son axiomáticamente verdad; cualquiera que siga otras creencias no es digno de nuestro respeto; quien desafía nuestras creencias es un necio peligroso que debe ser atacado y desacreditado. Los intelectuales modernos, según Kirkland, participarían de un culto especialmente pernicioso: creerían que no forman parte de ningún culto.

Parte de estas ideas, aplicadas al estudio occidental del taoísmo, Kirkland afirmó haberlas sacado de un artículo de Steve Bradbury, de la Universidad de Hawai. Bradbury hablaba de una narrativa ilustrada (racionalista) de la religión.

Finalmente Kirkland afirma que es posible volverse un taoísta, seguir el Tao, pero no con un libro,  sino yendo, por ejemplo, a la Abadía de los Nubes Blancas de Beijing.

Una frase final: “Si el taoísmo tiene algo que ofrecer al mundo moderno, no se encontrará en las estupideces lucrativas de las librerías americanas.”

 

Y ahora Schopenhauer

Volvamos a la ‘Filosofía pura’, mi diosa más irresistible. Y, desde esa diosa, me es inevitable acudir una y otra vez a la inmensidad del sistema filosófico de Schopenhauer. En el siguiente párrafo veo un tejido sacro de caminos (de ‘Taos’) individuales:

“[…] en el simple sueño la relación es unilateral, y es que solo un yo verdaderamente quiere y siente, mientras que los demás no lo hacen, pues son fantasmas; por el contrario, en el gran sueño de la vida tiene lugar una relación multilateral, toda vez que no solo uno aparece en el sueño del otro, sino que éste también aparece en el de aquel, de forma que, por medio de una verdadera harmonia praestabilita, cada uno sueña solo aquello que para él es adecuado según su propia guía metafísica, y todos los sueños-vida están entretejidos con una perfección tal, que cada uno experimenta solo lo que le es beneficioso y hace lo que es necesario para los demás […]” (Parerga y Paralipomena, pp. 232-233, según la edición de Arthur Hübscher de 1988).

 

Ahora una confesión personal

En la noche del 16 al 17 de octubre de 2008 soñé que explicaba el Zen a mi  hermano. Mi padre escuchaba. Tranquilo. Lúcido. Libre ya de esta vida. Y dijo: “Que ningún discurso te bloquee el futuro”.

Creo que ese consejo es clave para entender el vaciado del que habla el Tao Te Ching. Se trataría de liberarse de cualquier “natura naturata“, cualquier “orden” no querido, no sentido como propio. No sentido como sagrado. Y, desde ahí, afrontar la parte del camino todavía invisible: lo que no aparece en la fotografía de Richard Long.

¿Cuántos paisajes pisarán todavía nuestros pies?

Lo fabuloso de la vida (este camino que ahora piso) es su plasticidad. No dejo de sospechar que, como el pintor Wang Fô, soy yo -cada uno de nosotros- quien lo dibuja sobre el lienzo infinito de nuestra conciencia.

Y cada día me parece más lúcida la idea de Paracelso de que el hombre fabrica su propio cielo y que, una vez fabricado, ese cielo le alimenta. Creo que la clave está en la Fe [Véase]. Y en la capacidad de asumir el peso descomunal de la libertad absoluta (como se atrevió a decir Sartre en esa conferencia de 1945 que se publicó con el título “El existencialismo es un humanismo”).

Fe en esa cosa inefable, descomunal, omnipotente, que llevamos dentro (ese Tao sin forma que es capaz de automodelarse en infinitos mundos). Esa cosa capaz poetizarse de cualquier forma: de ser cualquier Logos. Véase [Logos] y [Poesía].

Fe en que todo es posible para esa cosa de lo ‘real’.

El camino en el que ahora apoyamos los pies de nuestra conciencia puede mostrar prodigios jamás acontecidos.

Por eso no hay que poner límites discursivos a nuestro futuro. Eso me aconsejó mi padre en sueños.

Yo creo que tampoco hay que poner límites discursivos a nuestro presente: entonces veremos que el camino, el Tao, huele como la piel de las hadas taoístas.

David López

 

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La bailarinas lógicas “Tapas” (Sufrimiento creativo).

 

 

Tapas. Una palabra, un concepto, que desencadena dentro de mi mente una excepcional fascinación filosófica. Viene del védico antiguo. Este lenguaje fue escrito en Devanagari (“la escritura de los dioses”). La belleza de su caligrafía se puede ver aquí:

नासदासीन नो सदासीत तदानीं नासीद रजो नो वयोमापरो यत |
किमावरीवः कुह कस्य शर्मन्नम्भः किमासीद गहनं गभीरम ||

Es el comienzo del famoso Himno a la Creación (10.129) del Rig Veda. Se puede encontrar en esta generosa página web:

www.sacred-texts.com

Sufrimiento. Creación. Nietzsche elevó el sufrimiento (por supuesto el sufrimiento no deseado, no buscado) a los más altos niveles de la naturaleza humana, y sacralizó a quien diera un  heroico “sí” a la vida, con todo su sufrimiento. El filósofo del martillo rindió culto a un sufriente esfuerzo artístico cuyo fin sería aumentar la potencia del hechizo estético de la vida, de la realidad única, de lo inmanente. Schopenhauer, por el contrario, dio un “no” radical a la vida, a este mundo, a este sueño/hechizo que tanto dolor nos causa; y proclamó no solo la urgencia de su completa aniquilación, sino también la posibilidad de la Creación de otro mundo, de otra realidad completa, impensable, incluso inimaginable, desde éste. [Véase aquí mi articulo sobre la metafísica de Schopenhauer, todavía en alemán].

Dolor. Sufrimiento. Creación de la realidad. Tapas

Estamos frente a un sustantivo sánscrito relacionado con el verbo tap (calentar). Recomiendo, a quienes aún no lo conozcan, este recurso de la universidad de Colonia:

https://www.sanskrit-lexicon.uni-koeln.de

Ahí encontramos estos significados para Tapas: “calor”, “los cinco fuegos a los que el devoto está sometido en la estación cálida”, “dolor”, “sufrimiento”, “austeridad religiosa”, “mortificación del cuerpo”, “el aprendizaje sagrado de los brahmanes “, “dar el alma a los brahmanes”, “servicio”, “alimentarse solo con raíces y hierbas”…

Pero un estudioso como Maurice Blomfield fue mucho más allá y, en su edición del Atharva Veda (Estrasburgo 1899, p. 87), tradujo Tapas como “fervor creativo”. 

Esta concepción de Tapas también se puede encontrar en el antes mencionado Himno de la Creación del Rig Veda, cuyo tercer verso canta así:

“La oscuridad estaba oculta por la oscuridad al principio; sin distinción, todo esto fue agua. La fuerza de vida que estaba cubierta de vacío, esa surgió a través del poder del calor.”

Para la cita anterior he utilizado la traducción y edición de parte de los himnos del Rig Veda de Wendy Donniger (Penguin, Londres 1981). Esta traductora incluye una nota en la palabra “calor” que dice lo siguiente:

“Tapas designa calor, en particular el calor generado por la actividad ritual y por la mortificación física del cuerpo” (La traducción del inglés al español es mía).

Pero resulta que nos enfrentamos a un himno que quiere explicar el misterio de que haya algo en lugar de nada: algo, además, que surge de la nada: la Creación. Y la clave parece estar en un cierto tipo de sufrimiento; o, mejor dicho, en una canalización creativa del sufrimiento extremo.

Este poder creativo del sacrificio ascético, el “calor” del ascetismo, también se muestra en otro famoso himno del Rig Veda, el Purusa-Sukta (10.90), que describe la Creación como el resultado de un violento desmembramiento del hombre primordial. Leamos su noveno verso:

“De ese sacrificio en el que se ofreció todo, nacieron los versos y los cantos, nacieron de él los metros, y de él nacieron las fórmulas”.

Parecería que el enorme sufrimiento de ese ‘proto-humano’ que fue desmembrado sería la energía fundamental de toda la Creación, incluida la palabra primigenia [Véase la introducción de este diccionario filosófico].

Ahora procedo a transmitir algunos pensamientos personales sobre el misterio del sufrimiento. (He vivido lo suficiente como para haberlo experimentado plenamente, varias veces, en su asombrosa plenitud):

1.- La realidad del sufrimiento, incluso del sufrimiento extremo, es sin duda uno de los elementos centrales de nuestra existencia. Por otro lado, cabría afirmar que la intensidad que puede alcanzar ese ‘dolor del alma’ es una de las experiencias más sorprendentes, más desconcertantes, de nuestra vida.

2.- Buena parte de los sistemas religiosos, e incluso filosóficos, son gigantescas farmacéuticas que ofrecen todo tipo de remedios contra el sufrimiento (‘el dolor del alma’). Y, en muchos casos, se medirá su ‘nivel de verdad’  en función de la eficacia que dichos sistemas tengan a la hora de diseñar sus productos (los cuales además suelen estar fabricados solo con palabras).

3. Veo dos tipos básicos de sufrimiento: el ‘protector’ y el ‘creativo’.

El ‘sufrimiento protector’ sirve para proteger, para sostener, nuestro mundo, nuestro modelo actual de existencia (por ejemplo, el dolor que nos impide realizar actos que puedan amenazar la integridad de nuestro cuerpo físico, o la estabilidad de nuestra dimensión financiera, o la supervivencia de nuestro arquetipo de familia, o la pureza de nuestro modelo de sexualidad, o la supuesta sacralidad de la bandera de nuestra nación). Los mundos y sus hechizados habitantes están protegidos por un sistema dual de placer/sufrimiento. Cualquier cosa que amenace o rompa nuestro cosmos causa sufrimiento. Pensemos en el sufrimiento (sufrimiento lógico podría llamarse) causado por los discursos que derivan de ideas políticas radicalmente diferentes de aquellas que estructuran, que sostienen, la comodidad político-ideológica del oyente.

El ‘sufrimiento creativo’, por el contrario, propiciaría la necesidad de huir de un mundo ya insoportable y crear otro, e incluso tomar algunas joyas esenciales del primero y llevarlas al nuevo. Me refiero a algo así como una emigración metafísica (no necesariamente física, o territorial) que, en su duro viaje, transporta lo que no es renunciable: un hijo, por ejemplo, o ciertos valores éticos. Este tipo de creación/migración requiere sufrimiento extremo. Pensemos en la idea de Marx de utilizar el sufrimiento extremo de las masas trabajadoras para dinamitar completamente lo que él consideraba como un sistema capitalista (y, por lo tanto, anti-humano, maligno). De hecho, el sufrimiento extremo, cuando supera ciertos umbrales, funciona como un arado (y también como una barita mágica) en el jardín infinito de nuestra conciencia. Ese sufrimiento extremo puede incluso romper los diques de contención que nos separa de ‘lo otro’. De todos modos, si, como dicen Buda o Schopenhauer, la vida es un sufrimiento extremo, podríamos afirmar que la vida es Creatividad (con mayúsculas). Creatividad ubicua y permanente. Creatividad que también presupone (necesita) destrucción, dolor. Estoy hablando de un infierno personal involuntario que, al mismo tiempo, es la fábrica de cualquier cielo, y no solo de nuestro cielo privado, sino también de un cielo que podría ser compartido.

4.- Muchos de nosotros podemos recordar esto: sufrir intensamente dentro de un sueño y, de repente, ser conscientes, desde una misteriosa y radical lucidez, de que podemos escapar de ese torturante sueño en cualquier momento. Solo con quererlo. Y de hecho lo hacemos. En realidad lo ya lo hicimos, porque de lo contrario no estaríamos leyendo este texto.

5.- Se podría decir que todos los mundos están abiertos. Es posible salir, escapar a otro Maya, o a la ‘Nada’ de la que brotan y a la que regresan todos los mundos. ¿Podemos crear mundos? Sí. Y no solo eso: podemos re-crearnos a nosotros mismos. Y parece que la fuerza decisiva para ello es un sufrimiento anterior, insoportable: una prodigiosa catapulta emocional. Una catapulta que hay que manejar con cuidado si se quiere que cause los efectos deseados. Paradójicamente, el sufrimiento extremo puede ser una oportunidad para realizar milagros supuestamente imposibles dentro del mundo que estaba protegido por el ‘sufrimiento protector’. El sufrimiento extremo (no voluntario, insistamos) puede considerarse magia pura. Eso parecen indicar los himnos a la Creación del Rig Veda a los que me he referido anteriormente.

A continuación ofrezco un enlace en el que se puede ver un fragmento de Todas las mañanas del mundo, una película dirigida por Alain Corneau. Cuenta la asombrosa historia de Saint Colombe, un músico del siglo XVII que canalizó su sufrimiento extremo (y su autodisciplina extrema) para crear una música capaz de convocar, y también de estremecer, a su esposa muerta. La música es interpretada para la película por Jordi Savall. Disfrutad en plenitud de este sublime fruto del sufrimiento creativo:

 

 

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