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El prodigio de las bailarinas lógicas

 

        Hoy concluimos la primera parte de mi Diccionario de los mundos, el cual arrancó con estas preguntas:

        ¿Las palabras son símbolos de los mundos? ¿Los crean? ¿Los describen o los inscriben?

        Es difícil saberlo. Pero, en cualquier caso, son maravillosas.

        A lo largo de estos meses hemos contemplado la piel transparente de muchas palabras, de muchas “bailarinas lógicas”. Este nombre ha surgido, inevitablemente, porque he tenido presente en todo momento el aullido lógico de Vak (la palabra): ese gran grito de poder que retumba en el himno 10.125 del Rig Veda:

        “Aunque ellos no lo saben, habitan en mí”.

        También me ha acompañado, como un mantra, este fogonazo de Michel Foucault:

        “No son los hombres los que hacen los discursos, sino los discursos los que hacen a los hombres”.

        ¿Y quién/qué hace los discursos? ¿Que es,  en sí, un discurso?

        Hoy voy a ir a la conferencia rodeado por todas las bailarinas lógicas que hemos conocido este año. Son éstas:

–         Advaita.

–         Amor.

–         Aufhebung.

–         Belleza.

–         Causa.

–         Concepto.

–         Conciencia.

–         Cosa.

–         Cosmos y cuerpo.

–         Cultura.

–         Dharma.

–         Dios.

–         Fe.

–         Hecho e historia (Primera parte)

–         Hecho e historia (Segunda parte)

–         Humanidad.

–         Idea.

–         Infinito.

–         Libertad.

–         Logos.

–         Mal.

–         Materia.

–         Matemática.

–         Maya (Magia).

–         Metafísica.

–         Moksa.

–         Muerte. 

–         Parapsicología.

–         Poesía.

–         Progreso. 

–         Realidad.

–         Religión.

–         Ser humano.

–         Tapas (Sufrimiento creativo).

–         Tao.  

–         Tiempo.

–         Universales.

–         Upanayana.

–         Bailarina lógica.

        Mi idea es que baile unos minutos cada una de estas bailarinas lógicas y, finalmente, todas juntas. De hecho lo hacen siempre, sometidas a las férreas coregrafías que impone “eso” inefable que, simplificando mucho, denominamos “lenguaje”: “lenguaje humano”.

        El año que viene traeré más. Cuarenta más. Las elegidas para septiembre son: “Apara-Vidya”, “Arte y “Avatar. De todas ellas se espera una gran capacidad de hechizo, una entrega total al espectáculo de lo real (a Maya) y una voluntad de hierro (Tapas) para ser belleza absoluta (para alcanzar su plenitud lógico-rítmica).

        Quisiera despedir esta parte de mi Diccionario de los mundos mostrando uno de esos bailes prodigiosos. La bailarina se llama Polina Semionova (Staatsoper unter den Linden). Ante algo así yo siento una sacudida muy parecida a la que me produce la Filosofía; la Filosofía con mayúscula.                      

        Recomiendo apagar el volúmen. La música de este vídeo está muy por debajo de los dibujos de carne y de alma que traza Polina Semionova. ¿Cabe bailar el silencio (la música del infinito)?

 

       

 

        David López

        Sotosalbos, 19 de julio de 2010.

        (Todos los derechos reservados).