Moksa. Es una palabra que proviene del sánscrito: una lengua que ha ofrecido, y sigue ofreciendo, grandes tesoros a la mente humana.
Y al corazón humano también.
Moksa se debe escribir con un punto bajo la “s”, pues se trata de una sibilante retrofleja que se pronuncia haciendo una cabriola con la lengua: algo así como doblarla y pegar su punta al fondo del paladar.
Significa “liberación”. La raíz es “muc” (desatar, liberar). Aprovecho para recomendar, otra vez, una obra imprescindible: Francisco Rodriguez Adrados: Védico y sánscrito clásico (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1992). También aprovecho para animaros a estudiar esas lenguas (esas llaves). ¿Por qué no?
Hay que liberarse del autoconfinamiento en la celda de lo que creemos posible.
Moksa. Una palabra, un concepto, cruciales en la filosofía india.
Liberación. ¿Liberación de qué? ¿Hacia qué? ¿Qué es lo que pasa, tan malo, que nos obliga a querer escapar?
Desatar, desatarse. ¿Qué/quién nos ata? ¿Qué/quién se desata? ¿Eso que se denomina “ser humano”?
Moksa es una palabra. Una bailarina lógica. Su objetivo, su razón de ser, como la de todas las demás bailarinas, es crear realidad: que su baile equivalga a lo real. Y ese baile presupone una especie de tensión dramática en la estructura de lo que hay: algo estaría en un estado de privación, de sufrimiento, de esclavitud; y ese algo podría salvarse, acceder a otra cosa que, en general, va a ser descrita como gloriosa: como felicidad infinita.
Moksa (liberación) es lo que ofrecen las así llamadas darsanas (con tilde sobre la primera “s” para indicar que es una sibilante palatal). ¿Será un concepto que debemos entender, o, todo lo contrario: un no-concepto? ¿Será algo que le va a ocurrir a nuestra mente (y corazón) como consecuencia de la instalación -encarnación neuronal- de un determinado conjunto de palabras (un Logos)?
¿Qué nos espera? ¿La gloria eterna? ¿El paraíso?
¿Cabe realmente el acceso a la felicidad absoluta? ¿Es eso el cielo? ¿Tienen sentido, dan cuenta de algo real y comprobable, las soteriologías?
Creo que cabe ocuparse del concepto de Moksa hindú siguiendo este orden:
1.- Las seis darsanas básicas y sus propuestas para acceder a la liberación: Nyaya, Vaisesika, Samkya, Yoga, Mimansa y Vedanta.
2.- La perspectiva de S.D. Dasgupta, expresada en su obra A History of Indian Philosophy (Motilal Banarsidass Publishers, Delhi, 1922).
3.- La liberación hindú según es tratada por A. B. Keith en su obra Religion and Philosophy of the Veda (Harvard University Press, Cambridge, 1925).
4.- Moksa según la introducción de Nikhilananda a las Upanisads (Ramakrishna-Vivekananda Center, Nueva York, 1949). Cita de Gaudapada: no hay nadie que necesite salvación ni nadie que esté salvado.
5.- Mircea Eliade: El Yoga, Inmortalidad y libertad (editado en español por el Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1991).
6.- Raimon Panikkar: Espiritualidad hindú (Kairós, Barcelona, 2004): “El último fin del hombre es la beatitud suprema, idéntica a la liberación definitiva de cualquier ligamen de orden trascendente”. La “desnudez óntica total”.
Comparto ahora algunas “darsanas” personales.
1.- Al ocuparme de la palabra “concepto” [Véase] cité el Génesis (2.16-17): “De todos los árboles del paraíso puedes comer, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas, porque el día que de él comieres, morirás”. A partir de esta narración afirmé que un concepto es algo que toma la mente, no algo tomado por la mente. Moksa nunca puede ser un tipo de conocimiento, porque todo conocimiento es una forma de mente, o una música que regula distintas formas posibles, encadenadas [Véase “Logos“]. Y una forma de mente es siempre una forma de esclavitud, aunque esa esclavitud sea paradisíaca.
2.- Cabría preguntarse si hay algún concepto (o Logos completo como música de conceptos encadenados) que, conseguido por nuestra mente, permita el acceso a la salvación; esto es: la regeneración completa y la beatitud (digamos algo así como la felicidad absoluta). Creo que sí: los hay. Hay tipos de bailes de mente (Logos) que, encarnados en nuestras neuronas, transforman nuestro mundo: o crean un nuevo mundo. El mundo no es más que la encarnación de una forma determinada de encadenar formas mentales (conceptos). Ahí está la magia genésica de los distintos Logos. Cuesta instalarlos, cuesta mantenerlos, pero sin duda pueden propiciar estados de conciencia sublimes. Eso es el paraíso (mental, corporal incluso). Pero Moksa no es el paraíso, porque el paraíso todavía presupone una subjetividad, una individualidad anhelante de felicidad.
3.- Moksa es liberación: acceso a la libertad (a la natura naturans), a una libertad que se perdió, o que no se supo que se tenía. Moksa sería una toma de conciencia de esa monstruosa libertad que se tiene, que se es. Moksa es saber lo que se es. Conocerse. Sentirse. Sugiero ver la bailarinas “libertad” [aquí].
4.- Creo que esa libertad abisal permitirá amar a esa determinación inesencial de nuestro ser con la que ahora nos identificamos. Y contemplarla con fascinación y respeto. Pero no “serla”. No confundir nuestro ser con la infinitas formas en que es capaz de existir. En realidad, Moksa implicaría saber que yo no soy David López y, aun así, amarlo, desde una distancia infinita, pero con infinita ternura.
5.- Moksa es un concepto que presupone sufrimiento. Aquí hay una obvia empatía intelectual y soteriológica con la visión budista: “todo es sufrimiento para el sabio”. Yo no estoy en absoluto de acuerdo con esta premisa, pero, en cualquier caso: ¿Es malo el sufrimiento? ¿Cabe que ocurra el prodigio del Moksa sin el sufrimiento?
6.- Moksa sería, desde la narración del Génesis, un estado en el que no se come el fruto del árbol prohibido (y no se es el fruto comido): ningún concepto apresa la conciencia “humana”. Así, cabría mirar el arbol, coger el fruto entre las manos, sentirlo, pero no finitizarse en él. Porque ese árbol es mi árbol: yo lo he creado (podría haber dicho el Maestro Eckhart).
8.- ¿Cómo ocurre la salvación? ¿Cómo se “decide”? Aquí la palabra clave es “Gracia”. Si solo tiene libertad -aseidad- el “Dios metalógico” (esa Nada omnipotente), solo Él podrá decidir, en libertad, dónde es libre y donde no, y qué modelos de salvación va a autoinocularse en los infinitos cerebros y corazones en que puede autodifractarse. Por arte de Magia.
He puesto en el cielo de estas frases una fotografía de máscaras venecianas. Me han parecido imágenes de existencias abandonadas, contempladas ya desde fuera/arriba por una conciencia que se ha liberado de la ilusión de identificarse con ellas. Pero ahí están: vacías pero bellas, generosas en su oquedad metafísica, dispuestas, si Dios quiere, a seguir sirviéndole como ventanas en sus Creaciones.
Creo que un liberado podría detenerse en esta visión de sus máscaras. Con ternura. Y que podría ser quizás compasivo, cariñoso, respetuoso, con esas máscaras venecianas que alguna vez creyó que agotaban su ser.
David López